Atracción, seducción, encanto, embrujo, enamoramiento, deseo, apego, afecto, “ligoteo”, e incluso juego. Puede que contengan algo de amor… o puede que no. La atracción es algo que te mueve hacia otro; la seducción, que te envuelve; el encanto, que te embelesa; el embrujo, que te fascina misteriosamente; el enamoramiento, que te llena de chispa; el deseo, que te excita; el apego, que te genera adicción; el “ligoteo”, que te hace vibrar y dominar; y el juego, que te entretiene sin aparentes complicaciones. El amor es mucho más.
Y no hay “amores que matan”, ni “amores de barra”. Únicamente existe el amor que lo es. Lo demás está bien (o quizás muchas veces no) pero se trata de otra cosa. Casi imposible de definir. Lope de Vega decía que solo «quien lo probó lo sabe». Y puede que tenga razón. Pero quien lo ha experimentado aunque sea una sola vez, ya no se puede callar ni dejarse engañar. Tampoco le gusta que estafen a otros.
El amor no se puede exigir, se recibe; no somete, se ofrece; no asfixia, sino que da alas; no evita los problemas, da la cara; no es prepotente, porque se sabe débil; no es soberbio, se deja corregir; no se queda con una parte, porque le gusta el todo (por eso el sexo a secas le sabe a poco); no le gusta el rencor, prefiere el perdón; no escucha de pasada, guarda las cosas en el corazón… no hay diccionario que contenga su significado.
Pero… quien mira a Jesucristo, lo sabe.
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