domingo, 15 de agosto de 2021

Solemnidad de la Asunción: salimos de Dios y volveremos a Él

La Iglesia ha sentido la necesidad de definir el misterio de María en cuatro dogmas: los dos primeros, su Virginidad divina y su Maternidad fueron necesarios para equilibrar, contra diversas posiciones disgregadoras en el cristianismo naciente, que su Hijo era verdaderamente Dios y verdaderamente hombre. Gracias a ella descubrimos la compleja y verdadera personalidad de Jesucristo, nuestro Señor.

Los dos dogmas más recientes, el de la Inmaculada Concepción y el de su Asunción, son complementarios, y ambos, definidos en nuestros días, quieren salir en defensa del hombre, de cada uno de nosotros.

Desde el siglo XVI, con el triunfo de determinadas ideas renacentistas, el hombre moderno se ha ido endiosando más y más; pero paradójicamente, también desde el siglo XVI, con el nacimiento del protestantismo, el ser humano se ha rebajado, hundido y minusvalorado como nunca antes.

Ambos dogmas, el de la Inmaculada y la Asunción, son definidos con valentía y sin complejos por grandes Papas de nuestro tiempo para equilibrar nuestra humanidad. Y ello para que no triunfen la gloria y el ensalzamiento del hombre a costa de la muerte y desaparición de Dios, ni la gloria y el ensalzamiento de Dios a costa de la negación del hombre.

La Asunción lleva al extremo, de forma coherente, el final de la vida de María, la llena de gracia. Si ella, desde el comienzo era toda de Dios, a Él le pertenece para siempre. Por eso María es asunta. Vemos aquí nuestro origen y nuestro fin: salimos de Dios y volveremos a Él.

sábado, 14 de agosto de 2021

Mañana celebramos la Asunción de la Virgen María

Este domingo, 15 de agosto, la Iglesia celebra la solemnidad de la Asunción de la Virgen María en cuerpo y alma a los cielos. Venerado y profesado este misterio de la fe cristiana por el pueblo fiel durante siglos, en 1950 el Papa Pío XII lo proclamó como dogma de fe.

La fiesta de la Asunción significa que la Virgen María, al término de su peregrinación terrena y en virtud de su contribución a la historia de la salvación como Madre del Redentor, fue liberada por la gracia de Dios de la corrupción del sepulcro y elevada en cuerpo y alma a los cielos, donde está y actúa como mediadora entre Dios y los hombres.

La historia de la solemnidad litúrgica

La primera referencia oficial a la Asunción se halla en la liturgia oriental; en el siglo IV se celebraba la fiesta de El Recuerdo de María, que conmemoraba la entrada al cielo de la Virgen María y donde se hacía referencia a su Asunción. Esta fiesta en el siglo VI fue llamada la Dormición de María, donde se celebraba que la virgen se durmió antes de subir a los cielos. En el siglo VII el nombre pasó de «Dormición» a «Asunción». Los relatos apócrifos sobre la asunción de María aparecen aproximadamente desde el siglo IV y V. Siendo el más difundido y posiblemente uno de los más antiguos en el oriente bizantino el Libro de San Juan Evangelista.

Sin embargo, la doctrina de la Asunción de María no fue desarrollada sino hasta el siglo XII donde aparece el tratado Ad Interrogata, atribuido a San Agustín, el cual aceptaba la asunción corporal de María. Santo Tomás de Aquino y otros grandes teólogos se declararon en su favor.

En 1849 llegaron las primeras peticiones a la Santa Sede de parte de los obispos para que la Asunción se declarara como doctrina de fe; estas peticiones aumentaron conforme pasaron los años. Cuando el Papa Pío XII consultó al episcopado en 1946 por medio de la carta Deiparae Virginis Mariae, la afirmación de que fuera declarada dogma fue casi unánime.

El dogma de fe y las palabras de los papas

La Inmaculada siempre Virgen María, Madre de Dios, terminado el curso de su vida terrena, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria celestial”, así dice la constitución apostólica “Munificentissimus Deus”, con la que el Papa Pío XII proclamó este dogma de fe en 1950 y cuya fiesta se celebra como solemnidad cada 15 de agosto. Años después, San Juan Pablo II, al hablar de este dogma de la Asunción en 1997 explicó que “en efecto, mientras para los demás hombres la resurrección de los cuerpos tendrá lugar al fin del mundo, para María la glorificación de su cuerpo se anticipó por singular privilegio".

En este sentido, tal como lo afirmó Benedicto XVI en 2011, "María, el arca de la alianza que está en el santuario del cielo, nos indica con claridad luminosa que estamos en camino hacia nuestra verdadera Casa, la comunión de alegría y de paz con Dios”. Asimismo, el Papa Francisco señaló en 2013 que “esto no significa que esté lejos, que se separe de nosotros; María, por el contrario, nos acompaña siempre".

Bodas de diamante de Don Francisco

La iglesia de San Martín Pinario acogió, ayer viernes 13 de agosto, la solemne ceremonia  de las bodas de diamante de la promoción del 61, una de las promociones  más numerosas que recuerda el Seminario Compostelano.  La ceremonia estuvo presidida por don José Diéguez Reboredo, obispo emérito de Tui-Vigo, quien también formó parte de esta misma promoción.

Aquel día de 1961, monseñor Miguel Novoa Fuente, entonces obispo auxiliar de Santiago -el cardenal Quiroga Palacios estaba convaleciente de una operación-, presidió la solemne celebración en la que se ordenaron 64 diáconos compostelanos, además de un grupo de franciscanos y mercedarios.

Don Francisco, (Francisco Dopazo Rial), es uno de los sacerdotes que ayer celebraron sus bodas de diamante.

En este día tan especial para Don Francisco y sus compañeros, damos gracias a Dios por sus vidas.

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