Al hacer nuestra "oración del publicano" pedimos perdón a Dios por nuestras "enfermedades". Lo cual es como si quemáramos esas cosas que Dios ya no quiere ver ni oír más: Dios nunca se queda mirando al "pasado", hacia "atrás", porque siempre mira al "futuro" y hacia "adelante".
Cuando quemamos algo, ¿qué queda?: ceniza. La ceniza significa que hemos "quemado" nuestros egoísmos al reconocerlos y pedir perdón a Dios y a los demás.
Cuando quemamos nuestros egoísmos nace algo nuevo, que tiene vida, mientras quedan las cenizas que están muertas.
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