Reflexión para este quinto día: El verdadero amor cristiano.
La espiritualidad agustiniana marca profundamente, en algunos aspectos, la vida de santa Rita. Cuando ella entra en el monasterio de Casia ya sabe lo que es amar a Dios y a los hermanos pero, sin duda, con el correr de los años, en el claustro, ella experimenta el poder salvador de este amor, del mismo modo que se va purificando de las 1ógicas miras humanas que, a veces, interfieren la vida de unión con Dios.
Rita entiende el amor cristiano al estilo de Agustín: "Amar a Dios sin ningún deseo de recompensa". No desear nada de Dios sino a Dios mismo. Entregarse a él por entero y difundir ese amor a los demás sin esperar nada a cambio.
Muchas veces, cuando nosotros acudimos a santa Rita es para que ella interceda ante el Señor y nosotros podamos obtener la gracia que creemos necesitar. La llamamos "la santa de los imposibles".
Sin embargo, al reflexionar sobre su manera de amar, comprendemos que el verdadero amor no espera nada, que la auténtica oración cristiana es más alabanza y acción de gracias que petición.
Santa Rita nos enseña en qué consiste el verdadero amor cristiano: dar sin pedir nada a cambio. Alabar y bendecir a Dios porque nos ama es la forma más pura de la caridad, infundida por el Espíritu en el corazón de los santos, y la fuente del amor al prójimo.
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