Reflexión: Una espina de Cristo.
Las representaciones iconográficas de santa Rita la representan con una espina clavada en su frente; para nosotros es una magnifica reflexión sobre la pasión de Cristo.
Personas estigmatizadas han existido siempre en la historia de la Iglesia y, aunque la naturaleza de los estigmas no sea siempre de fácil explicación, su origen es bastante evidente. Proceden casi siempre de un amor intenso a la pasión de Cristo.
Rita fue una santa estigmatizada porque llevó las señales de la pasión de Cristo. La estigmatización fue el punto culminante de su vida mística. El llevar en la frente una espina de la corona de Cristo fue uno de los rasgos de su vida que más impresionó a las personas que la conocieron.
Los estigmas son, en primer lugar, un hecho interior, espiritual; son una herida de amor. El amor de Rita a Cristo, coronado de espinas y crucificado, hace que aparezca en su frente un a de las espinas de la corona de Cristo. Rita recibe una espina, y el intenso dolor que le produce aparece visiblemente reflejado en su frente. Rita llevó la espina durante 15 años como un sello de amor.
Al meditar en esta escena de la vida de Rita comprendemos el valor redentor de la pasión de Cristo y valoramos la estrecha unión que existe entre muerte y resurrección. Rita, con su estigma, nos enseña a meditar y contemplar el misterio pascual, y a fundamentar nuestra esperanza, sabiendo que si somos hijos, también seremos herederos; herederos de Dios y coherederos de Cristo, ya que sufrimos con él para ser, también con él, glorificados (Rm 8, 17).
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