Santa Rita es una de las santas más populares de la Iglesia. Conocida como la "Santa de lo Imposible" por sus impresionantes respuestas a las oraciones, como también por los notables sucesos de su propia vida.
Reflexión: La alegría en el servicio de Dios.
Parece, a primera vista, que la alegría no es una virtud propia
de santa Rita y que de su vida no podemos aprender la verdadera
lección del gozo cristiano. Su vida estuvo sembrada de tristes
y dramáticos acontecimientos, pero, no obstante los dramas y las
cruces de su vida, su corazón estuvo lleno de un consuelo intimo
que difundió en su entorno. Dos son las razones que corroboran
esta actitud en la vida de Rita: la primera es que la alegría es un
componente inseparable de la santidad cristiana; la segunda es que
Rita ha recibido de Dios la misión de hacerla florecer en el corazón
y en los labios de sus devotos.
Santa Rita nos enseña la manera de dar el perdón pronto y
generoso; la alegría de la paz buscada como bien supremo, del amor
fraterno intenso y sincero, de la fe plena y filial en Dios. Santa
Rita nos enseña la dicha profunda que nace de la cruz, llevada con
Cristo y por Cristo.
Alimentada en esta fuente inagotable de consuelo cristiano,
nuestra santa lo difundió copiosamente mientras vivió y la sigue
difundiendo ahora, después de muerta, en ese círculo de
sus devotos que se extiende hasta los confines de la Iglesia,
cumpliendo la misión que Dios le ha encomendado de interceder en
favor de los afligidos, de los que sufren. Su intercesión es tan
poderosa, que el pueblo cristiano la llama la santa de
los imposibles, la abogada de los casos más desesperados. Los
prodigios que Dios realiza por su intercesión son un signo y una
enseñanza: un signo de que él está presente en medio de su pueblo,
que peregrina hacia la patria celeste; una enseñanza, para imitar
la virtud de santa Rita y aprender el mensaje de servicio que se
desprende de su vida.
Oración a santa Rita por una causa imposible
Bajo el peso del dolor, a ti, querida santa Rita, yo recurro confiado en ser escuchado. Libera, te ruego, mi pobre corazón de las angustias que lo oprimen y devuelve la calma a mi espíritu, lleno de preocupaciones.
Tú que fuiste elegida por Dios como abogada de los casos más desesperados, obtén la gracia que ardientemente te pido [pedir la gracia que se desea].
Si mis culpas son un obstáculo para el cumplimiento de mis deseos, obténme de Dios la gracia del arrepentimiento y del perdón mediante una sincera confesión.
No permitas que durante más tiempo yo derrame lágrimas de amargura.
Oh, santa de la espina y de la rosa, premia mi gran esperanza en ti,
y en todas partes daré a conocer tu gran misericordia con las almas afligidas.
Oh Esposa de Jesús Crucificado, ayúdame a bien vivir y a bien morir. Amén.
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