El Sábado Santo es el tercer día del Triduo Pascual y la Iglesia está de luto en espera junto al sepulcro. Jesús yacía en su tumba para el desconsuelo de los apóstoles que estaban convencidos de que todo había acabado. En él, se vela para expresar que los fieles siguen en la espera, en la vigilancia y en la esperanza de la venida del Señor, del cumplimiento del nuevo y definitivo paso con Él. Es, por tanto, un día de esperanza, la que tuvo la Virgen María que sabía que su Hijo era Dios. Una esperanza que nos prepara para el momento más importante de la historia: la Resurrección.
La celebración de la Vigilia Pascual en la noche del Sábado Santo, es la más importante de todas las celebraciones cristianas, porque conmemora la Resurrección de Jesucristo.
Los sagrarios de las iglesias de todo el mundo están vacíos. Es el único día del año en el que no se celebra la Eucaristía. Solo queda la oración, la tristeza y la reflexión. Lo que acaba de acontecer es tan duro, que merece un día así.
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