jueves, 17 de abril de 2025

Viernes Santo

El Viernes Santo es el día en que el Amor se dejó clavar en una cruz. No es un fracaso ni una derrota: es la entrega más radical de Dios por nosotros. Jesús no muere porque le quitan la vida, sino porque Él la da libremente. Cada herida, cada palabra de burla, cada clavo… lo soporta por amor. En ese silencio del Gólgota, Dios grita cuánto valemos para Él. No estamos salvados por la fuerza, sino por la misericordia. La cruz, que era instrumento de muerte, se transforma en el trono del Rey que vence al pecado desde la humildad.

Hoy no celebramos una misa. La Iglesia se arrodilla ante la cruz, llora al Esposo herido y espera con fe. Es un día para mirar el crucifijo sin prisas, para dejar que nos hable. Porque ahí, en esa imagen de dolor y entrega, encontramos el sentido de nuestra vida. Jesús no baja de la cruz para enseñarnos que el verdadero amor no huye, que permanece hasta el final. Y por eso, el Viernes Santo no es solo una tragedia: es la esperanza sembrada en la tierra, que pronto florecerá en Resurrección.

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