Un año más iniciamos este tiempo en el que la Iglesia nos invita a la oración, a la conversión y a la espera, a prepararnos para la venida del Mesías, de nuestro Salvador, de Jesús de Nazaret.
Ante esta invitación podemos pasar de largo, enredados en todos los quehaceres cotidianos, o pararnos y tomar conciencia del momento que vivimos. El Adviento es, precisamente, esto, una nueva oportunidad. Una nueva oportunidad para el encuentro con Jesús. Nuestra pregunta de este tiempo debe ser ¿cómo tengo que prepararme para recibir a Jesús como se merece?, esta es la pregunta que el cristiano tiene que intentar responder en este tiempo de preparación. Las lecturas de cada domingo nos irán dando pistas que yo tengo que intentar ir descubriendo, para ver lo que Dios me pide, y sobre todo, lo que yo estoy dispuesto a dar.
El profeta Isaías nos pide que, para recibir bien a Jesús, tengo que buscar la paz... la paz en los ambientes donde mi vida se desenvuelva.
Pablo y el evangelio de San Mateo, nos piden que estemos alertas. Es esta otra característica del adviento, es como un tiempo de expectación, ante lo que va a suceder. Y sobre todo velar, es decir prepararnos ante lo que va a suceder, que cuando llegue no nos coja desprevenidos. Por eso el Adviento, es tiempo de reflexión, tiempo para orar, tiempo de planificar la Navidad, tiempo de practicar la misericordia, la paz, y la conversión personal.
Como vemos es mucha la tarea que nos falta.
Ante esta invitación podemos pasar de largo, enredados en todos los quehaceres cotidianos, o pararnos y tomar conciencia del momento que vivimos. El Adviento es, precisamente, esto, una nueva oportunidad. Una nueva oportunidad para el encuentro con Jesús. Nuestra pregunta de este tiempo debe ser ¿cómo tengo que prepararme para recibir a Jesús como se merece?, esta es la pregunta que el cristiano tiene que intentar responder en este tiempo de preparación. Las lecturas de cada domingo nos irán dando pistas que yo tengo que intentar ir descubriendo, para ver lo que Dios me pide, y sobre todo, lo que yo estoy dispuesto a dar.
El profeta Isaías nos pide que, para recibir bien a Jesús, tengo que buscar la paz... la paz en los ambientes donde mi vida se desenvuelva.
Pablo y el evangelio de San Mateo, nos piden que estemos alertas. Es esta otra característica del adviento, es como un tiempo de expectación, ante lo que va a suceder. Y sobre todo velar, es decir prepararnos ante lo que va a suceder, que cuando llegue no nos coja desprevenidos. Por eso el Adviento, es tiempo de reflexión, tiempo para orar, tiempo de planificar la Navidad, tiempo de practicar la misericordia, la paz, y la conversión personal.
Como vemos es mucha la tarea que nos falta.
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