lunes, 15 de enero de 2018

Vestimenta del Papa


El Papa, es el Obispo de Roma, por lo que, lo dicho en una entrada anterior, para los obispos, es totalmente aplicable al Papa. Pero..., ¿cuáles son las insignias propias de un PAPA?

La Sotana Blanca.

La Banda de Seda Blanca, adornada con el Escudo Papal.

El Solideo Blanco en la cabeza.

El Anillo del Pescador. 

El Pectoral.

La Capa Roja.

Las Sandalias color Vino.

La tiara: La tiara es la triple corona usada por los papas. Tiene la forma de una colmena circular, que en la parte superior tiene una cruz. A lo largo de esta colmena se colocaban tres coronas. De la parte posterior cuelgan dos ínfulas al igual que en las mitras, es decir, dos galones de tela en las que se borda el escudo de armas del papa.

El simbolismo de las tres coronas, representa a los tres poderes temporales.

La tiara se le colocaba al papa en su coronación, que se celebraba después de su elección como Romano Pontífice. Esta ceremonia hoy ha sido sustituida por la “Misa de Inicio de Pontificado”.

Después, los papas la usaban en las procesiones solemnes, en la proclamación de dogmas, y en las bendiciones Urbi et Orbi. En las Misas, los papas usaban la mitra, como los demás obispos. Sin embargo, la tiara se colocaba sobre el altar durante la celebración eucarística.

El beato Pablo VI abandonó el uso de la tiara papal al finalizar la segunda sesión del Concilio Vaticano II, colocándola de forma simbólica sobre el altar de la Basílica de San Pedro.

Fue Juan Pablo I quien, cuando fue electo, decidió que, en vez de coronación, celebraría una “Misa de inauguración del pontificado”.

Tras su repentina muerte, siendo electo san Juan Pablo II, éste decidió no ser coronado, y en la homilía de la Misa de inauguración de su pontificado dijo: “El último Papa en ser coronado fue Pablo VI en 1963, pero después de la ceremonia de la coronación solemne nunca usaron la tiara de nuevo y dejaron libre a sus Sucesores su decisión al respecto. El Papa Juan Pablo I, cuyo recuerdo está tan vivo en nuestros corazones, no deseó tener la tiara; ni tampoco su sucesor lo desea hoy. Éste no es el momento de regresar a una ceremonia y a un objeto considerado, erróneamente, como un símbolo del poder temporal de los Papas. Nuestro tiempo nos llama, nos exhorta, nos obliga a contemplar al Señor y sumergirnos en meditación humilde y devota sobre el misterio del poder supremo de Cristo mismo.

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