A continuación presentamos en 19 puntos la síntesis de la Carta Apostólica Misericordia et misera del papa Francisco al concluir el Jubileo Extraordinario de la Misericordia.
En primer lugar, el Papa explica que Misericordia et miseria son dos palabras que san Agustín usa para comentar el encuentro entre Jesús y la adúltera (cf. Jn 8,1-11). Es una enseñanza que “viene a iluminar” el camino que estamos llamados a seguir en el futuro.
1. El amor de Dios supera el pecado
En el centro no aparece la ley y la justicia legal, sino el amor de Dios que sabe leer el corazón de cada persona para comprender su deseo más recóndito, y que debe tener el primado sobre todo (…). Una vez que hemos sido revestidos de misericordia, aunque permanezca la condición de debilidad por el pecado, esta debilidad es superada por el amor que permite mirar más allá y vivir de otra manera. [punto 1]
Casi seguro que cada uno de nosotros se topó en su vida, aunque fuera una…
El perdón es el signo más visible del amor del Padre, que Jesús ha querido revelar a lo largo de toda su vida. (…) No podemos correr el riesgo de oponernos a la plena libertad del amor con el cual Dios entra en la vida de cada persona (…). La misericordia es esta acción concreta del amor que, perdonando, transforma y cambia la vida. [punto 2]
3. Testigos de esperanza
La misericordia suscita alegría porque el corazón se abre a la esperanza (…). Se necesitan testigos de la esperanza y de la verdadera alegría para deshacer las quimeras que prometen una felicidad fácil con paraísos artificiales. El vacío profundo de muchos puede ser colmado por la esperanza que llevamos en el corazón y por la alegría que brota de ella. [punto 3].
Como un viento impetuoso y saludable, la bondad y la misericordia se han esparcido por el mundo entero (…). Hemos percibido cómo su soplo vital se difundía por la Iglesia y, una vez más, sus palabras han indicado la misión: “Recibid el Espíritu Santo, a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos” (Jn 20,22-23) [punto 4].
5. El amor de Dios nos precede siempre
No limitemos su acción; no hagamos entristecer al Espíritu (…). En primer lugar estamos llamados a celebrar la misericordia (…). Por tanto, abramos el corazón a la confianza de ser amados por Dios. Su amor nos precede siempre, nos acompaña y permanece junto a nosotros a pesar de nuestros pecados. [punto 5]
Comunicar la certeza de que Dios nos ama no es un ejercicio retórico, sino condición de credibilidad del propio sacerdocio (…). Vivir la misericordia es el camino seguro para que ella llegue a ser verdadero anuncio de consolación y de conversión en la vida pastoral. La homilía, como también la catequesis, ha de estar siempre sostenida por este corazón palpitante de la vida cristiana. [punto 6]
7. Renovar compromiso de difundir la Biblia
La Biblia es la gran historia que narra las maravillas de la misericordia de Dios (…). Sería oportuno que cada comunidad, en un domingo del Año litúrgico, renovase su compromiso en favor de la difusión, el conocimiento y la profundización de la Sagrada Escritura: un domingo dedicado enteramente a la Palabra de Dios. [punto 7]
Doy las gracias a cada Misionero de la Misericordia por este inestimable servicio de hacer fructificar la gracia del perdón. Este ministerio extraordinario, sin embargo, no cesará con la clausura de la Puerta Santa. Deseo que se prolongue todavía, hasta nueva disposición, como signo concreto de que la gracia del Jubileo siga siendo viva y eficaz, a lo largo y ancho del mundo. [punto 9]
9. Sacerdotes misericordiosos con los casos más complejos
Quedarse solamente en la ley equivale a banalizar la fe y la misericordia divina. Hay un valor propedéutico en la ley (cf. Ga 3,24), cuyo fin es la caridad (cf. 1 Tm 1,5). (…)Incluso en los casos más complejos, en los que se siente la tentación de hacer prevalecer una justicia que deriva sólo de las normas, se debe creer en la fuerza que brota de la gracia divina. [punto 11]
El Sacramento de la Reconciliación necesita volver a encontrar su puesto central en la vida cristiana (..) Una ocasión propicia puede ser la celebración de la iniciativa 24 horas para el Señor en la proximidad del IV Domingo de Cuaresma. [punto 11]
11. Aborto, pecado grave, sacerdotes sean guía
De ahora en adelante concedo a todos los sacerdotes, en razón de su ministerio, la facultad de absolver a quienes hayan procurado el pecado del aborto. Cuanto había concedido de modo limitado para el período jubilar[14], lo extiendo ahora en el tiempo, no obstante cualquier cosa en contrario. Quiero enfatizar con todas mis fuerzas que el aborto es un pecado grave, porque pone fin a una vida humana inocente (…). Por tanto, que cada sacerdote sea guía, apoyo y alivio a la hora de acompañar a los penitentes en este camino de reconciliación especial. [punto 12]
Cuánto dolor puede causar una palabra rencorosa, fruto de la envidia, de los celos y de la rabia. Cuánto sufrimiento provoca la experiencia de la traición, de la violencia y del abandono; cuánta amargura ante la muerte de los seres queridos. Sin embargo, Dios nunca permanece distante cuando se viven estos dramas [punto 13].
13. Familias centro de misericordia
El don del matrimonio es una gran vocación a la que, con la gracia de Cristo, hay que corresponder con al amor generoso, fiel y paciente. La belleza de la familia permanece inmutable, a pesar de numerosas sombras y propuestas alternativas (…) La gracia del sacramento del matrimonio no sólo fortalece a la familia para que sea un lugar privilegiado en el que se viva la misericordia, sino que compromete a la comunidad cristiana [punto 14].
La misericordia renueva y redime, porque es el encuentro de dos corazones: el de Dios, que sale al encuentro, y el del hombre (…). Es aquí donde se descubre que es realmente una “nueva creatura” (cf. Ga 6,15): soy amado, luego existo; he sido perdonado, entonces renazco a una vida nueva; he sido “misericordiado”, entonces me convierto en instrumento de misericordia [punto 16].
15. Ser creativos para ayudar a los demás
Es el momento de dar paso a la fantasía de la misericordia para dar vida a tantas iniciativas nuevas, fruto de la gracia (…). Con todo, las obras de misericordia corporales y espirituales constituyen hasta nuestros días una prueba de la incidencia importante y positiva de la misericordia como valor social. La misericordia nos impulsa a ponernos manos a la obra para restituir la dignidad a millones de personas que son nuestros hermanos y hermanas, llamados a construir con nosotros una “ciudad fiable” [punto 18].
16. Misericordia destierra indiferencia e hipocresía
El carácter social de la misericordia obliga a no quedarse inmóviles y a desterrar la indiferencia y la hipocresía, de modo que los planes y proyectos no queden sólo en letra muerta. Que el Espíritu Santo nos ayude a estar siempre dispuestos a contribuir de manera concreta y desinteresada, para que la justicia y una vida digna no sean sólo palabras bonitas, sino que constituyan el compromiso concreto de todo el que quiere testimoniar la presencia del reino de Dios.
17. Trabajar por una cultura de la misericordia
Estamos llamados a hacer que crezca una cultura de la misericordia (…). Las obras de misericordia son “artesanales”: ninguna de ellas es igual a otra (…). La cultura de la misericordia se va plasmando con la oración asidua, con la dócil apertura a la acción del Espíritu Santo, la familiaridad con la vida de los santos y la cercanía concreta a los pobres [punto 20].
18. La misericordia no es una teoría abstracta
La tentación de quedarse en la “teoría sobre la misericordia” se supera en la medida que esta se convierte en vida cotidiana de participación y colaboración (…). No podemos olvidarnos de los pobres: es una invitación más actual hoy que nunca, que se impone en razón de su evidencia evangélica”.
19. Este es el tiempo de la misericordia
Cada día de nuestra vida está marcado por la presencia de Dios, que guía nuestros pasos con el poder de la gracia que el Espíritu infunde en el corazón para plasmarlo y hacerlo capaz de amar. Es el tiempo de la misericordia para todos y cada uno, para que nadie piense que está fuera de la cercanía de Dios y de la potencia de su ternura. [punto 21]
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