Pero la fe no es fruto del esfuerzo humano, de su razón, sino que es un don de Dios: "¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos". Tiene su origen en la iniciativa de Dios, que nos desvela su intimidad y nos invita a participar de su misma vida diaria. (Homilía, 21.8.11)
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