La Semana de oración por la Unidad de los Cristianos brinda la
oportunidad de plantearse algunas cuestiones particularmente actuales:
¿Qué es el ecumenismo? ¿Por qué es importante el “testimonio común” de los cristianos?
¿Qué posibilidades existen en la “colaboración ecuménica”?
¿Qué es el ecumenismo? ¿Por qué es importante el “testimonio común” de los cristianos?
¿Qué posibilidades existen en la “colaboración ecuménica”?
Los dos últimos niveles
corresponden a todos los cristianos. Y es importante que cada uno se proponga
colaborar, aunque piense que su aportación es solo un granito de arena.
Esto pide de cada cristiano una
continua y efectiva renovación espiritual, enraizada en la oración y
manifestada en la conducta. Requiere subrayar los valores éticos y ejercitar
las virtudes: la comprensión, la paciencia y sobre todo la caridad con los
demás cristianos, en los juicios, palabras y comportamientos; junto con la
humildad para reconocer las faltas propias contra la unidad y la disposición al
perdón recíproco. Todo ello debe estar presidido por la verdad.
Santidad personal y justicia social
Recordando estas
características de la primitiva Iglesia de Jerusalén, hoy día los cristianos de
esa ciudad luchan, en medio de las dificultades, por alcanzar la unidad más
allá de las palabras, primero entre ellos y después con otros (en Jerusalén,
entre palestinos e israelíes; en otras comunidades, la justicia y la
reconciliación en diversos contextos).
Este año el tema de la Semana
de la Unidad, es: "¿Qué exige el Señor de nosotros" (cf. Miq. 6,
6-8)", y los textos han sido preparados con la colaboración de cristianos
de la India. Inspirados en el profeta Miqueas, nos proponen que "la verdadera
fe en Dios no se puede separar de la santidad personal ni de la búsqueda de la
justicia social".
En un encuentro con luteranos
finlandeses, el 17 de enero, Benedicto XVI se ha hecho eco del tema de este
año: "Para proceder en el camino de la comunión ecuménica es, por tanto,
necesario, que estemos cada vez más unidos en la oración, cada vez más
comprometidos en la búsqueda de la santidad y cada vez más implicados en los
campos de la investigación teológica y de la cooperación al servicio de una
sociedad justa y fraterna".
En la práctica, esto pide:
evitar las críticas y polémicas internas dentro de la propia confesión (¡en el
caso de los católicos, entre nosotros mismos!); rechazar las polarizaciones
ideológicas y las recriminaciones respecto de otras comunidades cristianas o
eclesiales; omitir las expresiones y los gestos que puedan herir los
sentimientos de otros cristianos; fomentar la comunicación, las informaciones y
el contacto con ellos; cultivar las buenas relaciones en las familias,
vecindarios y ambientes de trabajo, entre los cristianos y entre todos.
Los jóvenes pueden encontrarse
con otros cristianos para profundizar en su fe, trabajar por la reconciliación
–sobre todo en algunas regiones más proclives a los conflictos entre
cristianos–, comprometerse en actividades de oración, estudio y colaboración
sobre temas sociales y culturales.
Los ámbitos posibles de la
colaboración ecuménica son muchos y variados. Los católicos contamos con las
orientaciones de la Iglesia para el ejercicio del ecumenismo (cf. Directorio
para el ecumenismo, 25-III-1993).
a) En el ámbito bíblico y
litúrgico, mediante la oración y la celebración conjunta de la fe, en los modos
convenientes, pues “cuando los cristianos rezan juntos, con una sola voz, su
testimonio común alcanza los cielos, pero también se escucha en la tierra”
(Directorio, n. 187).
b) En el ámbito catequético y
formativo, subrayando la verdad que nos une y explicando las diferencias de las
confesiones cristianas (y, más allá, con otras religiones), pero no con
espíritu agresivo sectario, sino con amor y respeto.
c) En el ámbito misionero e
interreligioso, mostrando que, con la ayuda de Dios y no sin ella, somos
capaces de superar las divisiones humanas, también en materias tan delicadas
como las religiones. Como consecuencia, aumenta la credibilidad del Evangelio.
Junto con los judíos, los cristianos hemos de luchar contra el antisemitismo,
el fanatismo religioso y el sectarismo (cf. Directorio, n. 210).
d) En el ámbito social,
cultural y ético, mediante la promoción de los valores cristianos y humanos
fundamentales (la dignidad de la persona humana y la cultura de la vida, la
libertad religiosa y los demás derechos humanos, la paz y la justicia);
luchando contra el hambre, la ignorancia o la pobreza, y con la atención
particular a los más débiles (como los inmigrantes y los refugiados) sin
dejarse llevar por intereses puramente ideológicos o políticos; fomentando el cuidado
de la tierra; promoviendo la educación para el uso crítico de los medios de
comunicación.
e) Por último cabe la
colaboración y la coordinación ecuménica en algunas situaciones especiales,
como los hospitales, las prisiones y el ejército, las universidades, los
grandes complejos industriales y el ámbito, ya citado, de las comunicaciones
sociales.
Todo ello puede llevarse a
cabo mientras se proporciona una formación ecuménica adecuada a las diversas
circunstancias de las personas, y de acuerdo con las autoridades religiosas
correspondientes.
La educación para el ecumenismo
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