Don Bosco no es el único que toma a san Francisco de Sales como modelo de vida cristiana y maestro de espiritualidad. También las monjas de la Visitación, o Salesas, lo tienen como patrón. Desde los años de su estancia en el seminario, Don Bosco se inspira, no tanto en los escritos del santo obispo de Ginebra, como en su carácter y en su celo apostólico, y lo aplicará a la misión de la educación de la juventud necesitada de las barriadas obreras de Turín.
El espíritu salesiano vivido por Don Bosco se caracteriza por una visión optimista y humanista de la tarea educativa.
Todo joven, por estropeado que pueda parecer, es capaz de crecer y de construirse como persona. Corresponde a su educador saber encontrar el punto desde el cual llegar a su corazón y empezar la labor educativa. Se caracteriza por un modo de hacer alegre. Don Bosco ve en la alegría la manifestación de la felicidad que aporta el Evangelio de Jesús. No son las muchas oraciones las que hacen al cristiano, sino la alegría que irradia porque lleva el tesoro del evangelio dentro de sí.
Otra característica importante es el sentido de la responsabilidad. Don Bosco aconseja en numerosas ocasiones que para “alcanzar la santidad” es necesario empezar haciendo bien las cosas de cada día, cumpliendo bien los deberes de cada uno, a fin de llegar a ser buenos cristianos y honestos ciudadanos.
En la espiritualidad de Don Bosco cuenta mucho la presencia de María. La invoca a menudo con la advocación de auxiliadora de los cristianos, porque está convencido de la presencia maternal de María en toda su obra y, sobre todo, en la labor educativa a favor de los jóvenes más necesitados. A María Auxiliadora dedica el santuario que construye en Turín y a ella confía el Instituto religioso femenino que lleva su nombre.
El estilo educativo de Don Bosco parte del trato asiduo y dialogante del educador con los jóvenes. La convivencia diaria facilita la transmisión de valores y la educación de los chicos. La educación salesiana se hace partiendo de la amistad, de un diálogo cordial y afectuoso. En la educación salesiana no tienen sentido los castigos, es a partir del afecto que se corrige y se educa a la persona en su totalidad, afectando a su personalidad, a su integración en la sociedad y en su apertura a la trascendencia. En Don Bosco el sacramento de la Eucaristía y de la Reconciliación tienen un valor pedagógico indispensable. La mete la educación es “alcanzar la santidad”, esto es, llegar a ser cristianos auténticos, hombres y mujeres que sepan vivir el evangelio cada día, con responsabilidad y alegría, comprometidos en la vida civil y eclesial.
El espíritu salesiano vivido por Don Bosco se caracteriza por una visión optimista y humanista de la tarea educativa.
Todo joven, por estropeado que pueda parecer, es capaz de crecer y de construirse como persona. Corresponde a su educador saber encontrar el punto desde el cual llegar a su corazón y empezar la labor educativa. Se caracteriza por un modo de hacer alegre. Don Bosco ve en la alegría la manifestación de la felicidad que aporta el Evangelio de Jesús. No son las muchas oraciones las que hacen al cristiano, sino la alegría que irradia porque lleva el tesoro del evangelio dentro de sí.
Otra característica importante es el sentido de la responsabilidad. Don Bosco aconseja en numerosas ocasiones que para “alcanzar la santidad” es necesario empezar haciendo bien las cosas de cada día, cumpliendo bien los deberes de cada uno, a fin de llegar a ser buenos cristianos y honestos ciudadanos.
En la espiritualidad de Don Bosco cuenta mucho la presencia de María. La invoca a menudo con la advocación de auxiliadora de los cristianos, porque está convencido de la presencia maternal de María en toda su obra y, sobre todo, en la labor educativa a favor de los jóvenes más necesitados. A María Auxiliadora dedica el santuario que construye en Turín y a ella confía el Instituto religioso femenino que lleva su nombre.
El estilo educativo de Don Bosco parte del trato asiduo y dialogante del educador con los jóvenes. La convivencia diaria facilita la transmisión de valores y la educación de los chicos. La educación salesiana se hace partiendo de la amistad, de un diálogo cordial y afectuoso. En la educación salesiana no tienen sentido los castigos, es a partir del afecto que se corrige y se educa a la persona en su totalidad, afectando a su personalidad, a su integración en la sociedad y en su apertura a la trascendencia. En Don Bosco el sacramento de la Eucaristía y de la Reconciliación tienen un valor pedagógico indispensable. La mete la educación es “alcanzar la santidad”, esto es, llegar a ser cristianos auténticos, hombres y mujeres que sepan vivir el evangelio cada día, con responsabilidad y alegría, comprometidos en la vida civil y eclesial.
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