Hoy Jesús nos regala una enseñanza clara y directa: antes de señalar los errores de los demás, miremos nuestro propio corazón. A menudo somos rápidos para criticar, para ver la "mota" en el ojo ajeno, sin darnos cuenta de nuestras propias faltas, que pueden ser aún mayores. Jesús nos invita a un examen sincero de nuestra vida, a reconocer nuestras debilidades y a dejarnos transformar por su gracia. Solo cuando nuestro corazón esté limpio podremos ayudar a los demás con verdadera caridad, sin orgullo ni superioridad, sino con humildad y amor fraterno.
También nos recuerda que nuestras palabras y acciones revelan lo que llevamos dentro. Un árbol sano da buen fruto, así como un corazón lleno de bondad y amor reflejará lo mejor de Dios en su vida. Hoy es un buen día para preguntarnos: ¿qué hay en mi corazón? ¿Mis palabras y gestos reflejan el amor de Cristo? Pidamos al Señor que nos ayude a ser testigos auténticos de su Evangelio, para que de nuestra boca y de nuestras manos solo brote aquello que construye, anima y acerca a los demás a Dios.
También nos recuerda que nuestras palabras y acciones revelan lo que llevamos dentro. Un árbol sano da buen fruto, así como un corazón lleno de bondad y amor reflejará lo mejor de Dios en su vida. Hoy es un buen día para preguntarnos: ¿qué hay en mi corazón? ¿Mis palabras y gestos reflejan el amor de Cristo? Pidamos al Señor que nos ayude a ser testigos auténticos de su Evangelio, para que de nuestra boca y de nuestras manos solo brote aquello que construye, anima y acerca a los demás a Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario