Bajo el manto del cielo se cubre de luto la Madre amada,
con lágrimas que surcan su rostro, dolor en el alma grabada.
La espada de angustia y pesares su corazón atraviesa,
mientras al Hijo en la cruz, su mirada aún besa.
Dolores siete la invaden, en su fe no hay desmayo,
ante la pasión de Cristo, sostiene el duelo y el rayo.
Oh, Virgen Dolorosa, de negras vestiduras,
acompañas en silencio las más amargas horas puras.
En tu pecho una daga, en tus ojos el mar,
de una fe que no claudica y sigue sin titubear.
Recibe nuestra plegaria en este día de dolor,
que alienta la esperanza y nos acerca a tu amor.
Que en el Viernes de Dolores, nuestra alma se compadezca,
y en tu dolor de Madre, la luz de la fe crezca.
Porque en tu sufrimiento, la redención se forja,
y en cada lágrima tuya, la gracia de Dios se aloja.
con lágrimas que surcan su rostro, dolor en el alma grabada.
La espada de angustia y pesares su corazón atraviesa,
mientras al Hijo en la cruz, su mirada aún besa.
Dolores siete la invaden, en su fe no hay desmayo,
ante la pasión de Cristo, sostiene el duelo y el rayo.
Oh, Virgen Dolorosa, de negras vestiduras,
acompañas en silencio las más amargas horas puras.
En tu pecho una daga, en tus ojos el mar,
de una fe que no claudica y sigue sin titubear.
Recibe nuestra plegaria en este día de dolor,
que alienta la esperanza y nos acerca a tu amor.
Que en el Viernes de Dolores, nuestra alma se compadezca,
y en tu dolor de Madre, la luz de la fe crezca.
Porque en tu sufrimiento, la redención se forja,
y en cada lágrima tuya, la gracia de Dios se aloja.
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