Celebramos hoy, el Día de Todos los Santos, festividad de gran relevancia que honra a todos los santos, conocidos y desconocidos, que ya están en la presencia de Dios. Es una celebración que resalta la universalidad de la santidad y nos recuerda que la santidad está al alcance de todos.
El origen de esta celebración se remonta al siglo IV, cuando la Iglesia comenzó a celebrar el 1 de noviembre la fiesta de todos los mártires. Posteriormente, en el siglo VIII, se extendió la celebración a todos los santos, incluyendo a los que no habían sido martirizados.
En este día, los católicos rendimos homenaje a aquellos hombres y mujeres que han vivido vidas ejemplares, (y que desde luego, no nacieron siendo santos) dedicadas a Dios y al servicio de los demás. La familia es un lugar privilegiado para la santidad, donde aprendemos a amar, a perdonar, a dar y a recibir. En ella, experimentamos el amor de Dios en el amor de nuestros padres, hermanos y hermanas.
Señor, en este día
que celebramos a Todos los Santos,
te pedimos que nos ayudes
a seguir su ejemplo
y a caminar hacia la santidad.
Que nuestra familia sea un lugar
donde podamos crecer en el amor
y en el servicio a los demás.
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