Su dureza de carácter hace que el Maestro le llame hijo del trueno, sobre todo porque al querer acortar en el camino por Samaria, los samaritanos no les dejan pasar, pidiéndole, por ello, que mande fuego del Cielo que les consuma a todos. También recibirá una reprimenda cuando su madre pida el deseo de que él y su hermano se sienten a la derecha e izquierda en el Reino de los Cielos. Mi cáliz lo beberéis, pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda es sólo para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre. Tras la Ascensión del Señor, marcha a predicar el Evangelio, llegando hasta las zonas de Hispania en el Finisterre. Al volver a Palestina, Herodes decreta su decapitación. Posteriormente sus discípulos Atanasio y Teodoro trasladan sus reliquias, desde Jaffa al puerto del Murgadán, en Iria, y finalmente a Compostela, donde reposan actualmente. Allí queda como foco de la Fe, al que desde el Medievo, han accedido muchos peregrinos para venerar la tumba del Patrón de España.
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