miércoles, 2 de junio de 2021

Un nuevo y «antiguo ministerio»: el de catequista (VI)

Vocación

Reconocer el servicio catequético como un ministerio instituido es algo que procede de la teología y la eclesiología del Concilio Vaticano II.

No es simplemente un servicio que prestas a una comunidad. Dice el Papa: "es una vocación". Servir en nombre de la Iglesia a la comunidad, a la educación de la fe, y hacerlo por el Bautismo que recibimos y a la verdad que profesamos; al asumirlo, la Iglesia no lo reconoce como un papel, sino como una misión, no como un atributo, sino como algo propio de la identidad del bautizado.

La institución de este ministerio, responsabiliza a la propia jerarquía que lo confiere. "No es un título que se da, sino una misión que se reconoce. Es don de Dios. No es una distribución efectiva y práctica o pragmática de tareas, es pronunciar la verdad de sí mismo, el catequista, en la condición de ministro y no solamente de un colaborador funcional. Y eso, educa a la Iglesia y a los obispos, presbíteros y diáconos. Nos educa para tomar el debido aprecio y reconocer su  grandeza y lo que significa educar a la fe de un pueblo".


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