La historia se produce cuando unos frailes de San Francisco de Asís pasan por allí y se alojan camino de misiones y poco tiempo después llegan noticias de que esos religiosos han muerto mártires. Entonces se lo plantea a sus superiores los cuales ven un signo del Cielo en esta idea, por lo que no se oponen. Así es como ingresa en los Frailes Menores, llamándose desde ese momento Antonio.
Con su idea de propagar la Fe con la sencillez propia de San Francisco de Asís, marcha África de donde pronto volverá. Un día el Superior le ordena predicar ante una gran multitud, descubriendo sus dotes de enseñanza que impactan en el corazón de cuantos le oyen. Es el primero en enseñar Teología dentro de la Orden. Su testimonio llega a convertir a un grupo de herejes cátaros, quienes defendían que el hombre no podía hacer nada para salvarse, dependía única y exclusivamente de la gracia de Dios.
Entre sus milagros se cuenta la predicación a los peces, cuando en algunos poblados no le quisieron escuchar, además de la conversión de un hombre que negaba la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía. Entre sus escritos destacan algunos sermones y alocuciones de gran valía espiritual y moral. Muere en Padua el año 1231, con fama de santidad. Es Patrono de los objetos perdidos porque, según la tradición, un novicio se fue del Convento robando un manuscrito de gran valor y San Antonio que lo echó en falta rezó logrando la vuelta del novicio sano y salvo con el libro.
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