Cuarto domingo de Pascua, domingo del Buen Pastor, Jornada Mundial de oración por las vocaciones y Jornada de vocaciones nativas. La liturgia de la Palabra de este domingo es muy rica, nos encontramos con los Hechos de los Apóstoles donde Pedro, iluminado por el Espíritu Santo habla de Jesucristo Nazareno que es quien les ha dado el poder de curar al paralítico, Él es la piedra angular, Él salva. Con unos versículos de la primera carta de S. Juan como segunda lectura nos encontramos un texto tan hermoso como: “Mirad que amor tan grande nos ha tenido Dios para llamarnos hijos suyos, pues ¡lo somos!”
Y el evangelio de S. Juan que nos presenta una imagen que Jesús da de sí mismo, “Yo soy el buen pastor” y ¿cuáles son las características de este Buen pastor? Que conoce a sus ovejas y las suyas le conocen, que escuchan su voz y que da la vida. Nadie se la quita, Él la entrega porque tiene poder para entregarla y poder para recibirla.
El lema de la Jornada es ¿Para quién soy yo? Responder a esta pregunta ilumina y sostiene la vida. Encontrarnos con Jesús que te dice, Yo soy el buen pastor que te conoce, escucha tu voz y entrega la vida por ti, puede iluminar esa respuesta. La llamada de Dios puede ser muy variada, vida familiar, vida consagrada, nuevas formas de vida,… lo importante es sentir que merece la pena poner la vida confiada en manos del Buen Pastor y dejar que, estemos dónde estemos, nuestro estilo de vida sea como el del Buen Pastor.
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