El evangelio de hoy nos presenta a Juan Bautista respondiendo con claridad y humildad a las preguntas de los sacerdotes y levitas enviados desde Jerusalén. Juan sabe quién es y cuál es su misión: no es la de ser el Mesías, ni Elías, ni el Profeta; él es la voz que grita en el desierto, preparando el camino para el Señor.
Este evangelio nos invita a la reflexión en el contexto del Adviento, el tiempo de preparación y espera para la llegada de Jesús. Así como Juan señalaba la presencia del Mesías entre la gente, hoy también somos llamados a reconocer la presencia de Jesús en nuestras vidas y en el mundo que nos rodea.
En este 3º domingo de Adviento destaca la alegría y el gozo. La cercanía de la Navidad nos llena de esperanza y nos invita a buscar a Jesús en lugares inesperados. La pregunta clave, "¿dónde estás Jesús?", nos anima a abrir los ojos y el corazón para descubrir la presencia de Cristo en medio de la realidad cotidiana.
Al igual que Juan exhorta a los enviados a reconocer al que viene detrás de él, nosotros también somos desafiados a reconocer a Jesús en aquellos que nos rodean: en los necesitados, en los marginados, en los que buscan la justicia y en aquellos que llevan la luz de la fe en medio de la oscuridad. La invitación es a mirar más allá de las apariencias y a buscar a Jesús en cada rincón de nuestra existencia.
En este tiempo de Adviento, la llamada es a preparar nuestros corazones, allanando el camino para recibir a Jesús. Este evangelio nos recuerda que, al igual que Juan Bautista, podemos ser testigos de la luz en el mundo, compartiendo la alegría y la esperanza que trae consigo la presencia de Cristo.
Este evangelio nos invita a la reflexión en el contexto del Adviento, el tiempo de preparación y espera para la llegada de Jesús. Así como Juan señalaba la presencia del Mesías entre la gente, hoy también somos llamados a reconocer la presencia de Jesús en nuestras vidas y en el mundo que nos rodea.
En este 3º domingo de Adviento destaca la alegría y el gozo. La cercanía de la Navidad nos llena de esperanza y nos invita a buscar a Jesús en lugares inesperados. La pregunta clave, "¿dónde estás Jesús?", nos anima a abrir los ojos y el corazón para descubrir la presencia de Cristo en medio de la realidad cotidiana.
Al igual que Juan exhorta a los enviados a reconocer al que viene detrás de él, nosotros también somos desafiados a reconocer a Jesús en aquellos que nos rodean: en los necesitados, en los marginados, en los que buscan la justicia y en aquellos que llevan la luz de la fe en medio de la oscuridad. La invitación es a mirar más allá de las apariencias y a buscar a Jesús en cada rincón de nuestra existencia.
En este tiempo de Adviento, la llamada es a preparar nuestros corazones, allanando el camino para recibir a Jesús. Este evangelio nos recuerda que, al igual que Juan Bautista, podemos ser testigos de la luz en el mundo, compartiendo la alegría y la esperanza que trae consigo la presencia de Cristo.
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