Dios nos está invitando siempre, pero ruega respuesta. Es verdad que nuestro rey, que nos hace la invitación, es paciente, muy paciente, no tiene prisa, y El sabrá prepararnos un buen regalo, el día que nos decidamos ir. Nos espera, pero quiere de nosotros una respuesta, quiere que tengamos, por lo menos, la educación de contestar a su invitación.
Una vez dada, la respuesta no puede ser cualquiera, hay que tomarse la cosa en serio y prepararse bien, le tenemos que responder al Señor con lo mejor de cada uno de nosotros, no nos podemos presentar ante el de cualquier modo o de cualquier manera. En la invitación del Señor solo hay una restricción, hay que llevar puesto el traje de bodas. Y este es un traje que no solemos llevar puesto en la vida porque no se vende en los grandes almacenes, ni en las sastrerías especializadas. Es un traje que solemos descartar todas la mañanas al abrir el armario y, por eso, puede ocurrirnos, que estando invitados, no podamos asistir al banquete del Señor. ¿Cuál es ese traje?: Para asistir al banquete de Jesús hay que ponerse el traje de la caridad, el traje del amor, el traje de la gratuidad, el traje del perdón, el traje de la aceptación de que Dios nos quiere a todos por igual, yo debo llevar ese estilo de vestir a los sitios y a las personas con la que me encuentro y con las que vivo.
El banquete de bodas, Señor, la fiesta de tu Reino, es el esfuerzo de los cristianos por serte fieles y por buscar en todo momento la verdad de la vida, el triunfo de la paz y del amor. Pero esto aún no es realidad y debemos asumir la responsabilidad que tenemos por nuestra falta de entrega. La parábola de Jesús sigue viva para que nos sintamos invitados y cambiemos el traje gris por el traje de fiesta que ilumine a todos los que nos rodean.
Una vez dada, la respuesta no puede ser cualquiera, hay que tomarse la cosa en serio y prepararse bien, le tenemos que responder al Señor con lo mejor de cada uno de nosotros, no nos podemos presentar ante el de cualquier modo o de cualquier manera. En la invitación del Señor solo hay una restricción, hay que llevar puesto el traje de bodas. Y este es un traje que no solemos llevar puesto en la vida porque no se vende en los grandes almacenes, ni en las sastrerías especializadas. Es un traje que solemos descartar todas la mañanas al abrir el armario y, por eso, puede ocurrirnos, que estando invitados, no podamos asistir al banquete del Señor. ¿Cuál es ese traje?: Para asistir al banquete de Jesús hay que ponerse el traje de la caridad, el traje del amor, el traje de la gratuidad, el traje del perdón, el traje de la aceptación de que Dios nos quiere a todos por igual, yo debo llevar ese estilo de vestir a los sitios y a las personas con la que me encuentro y con las que vivo.
El banquete de bodas, Señor, la fiesta de tu Reino, es el esfuerzo de los cristianos por serte fieles y por buscar en todo momento la verdad de la vida, el triunfo de la paz y del amor. Pero esto aún no es realidad y debemos asumir la responsabilidad que tenemos por nuestra falta de entrega. La parábola de Jesús sigue viva para que nos sintamos invitados y cambiemos el traje gris por el traje de fiesta que ilumine a todos los que nos rodean.
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