Según cuenta la tradición, durante la excavación para la construcción de esta Basílica, se encontraron tres cruces, y por medio de una sanación milagrosa de una señora moribunda, se detectó cuál era la cruz en la que falleció Jesucristo. Cruz que ha sido venerada desde que se encontró, e inclusive fue tratada como motín de guerra por los persas, quienes en el año 614 se llevaron la cruz después de haber conquistado Jerusalén.
Fue el emperador Heraclio quien recuperó la cruz de los persas 15 años después de haberla perdido, un día 14 de septiembre de 628, y fue él quien quiso entrar en Jerusalén en peregrinación con la cruz en sus hombros. Sin embargo, cuenta la historia, que no pudo hacerlo hasta despojarse de todas sus vestiduras lujosas y sus joyas imperiales.
Esta historia nos muestra que la vida del seguidor de Cristo debe comenzar siempre desde la humildad, para poder cargar con la Cruz como lo quiere Dios.
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