Terminamos un año, y es motivo, por tanto, de acción de gracias. Damos gracias a Dios, porque hemos llegado hasta aquí. Y, ya no es poco. A veces pensamos que no tenemos motivos para dar gracias a Dios, nos consideramos más bien, unos desgraciados... y al contrario, somos unos agraciados, porque Dios nos ha concedido el don de su gracia, por darnos, en primer lugar, la vida. Vida que, siendo un don de Dios, nos llegó gracias a nuestros padres y, vida que se ha prolongado, al menos, hasta hoy. Por eso, damos gracias a Dios.
Los pastores que fueron a Belén volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído. También nosotros queremos dar gloria y alabanza a Dios por lo que hemos visto y oído, por tantas cosas buenas que Dios nos ha regalado a lo largo de este año. Gloria y alabanza a Dios, porque estamos seguros que el año que vamos a empezar mañana traerá muchas cosas buenas... un año repleto de bendiciones y de gracias espirituales que Dios nos va a conceder.
(Palabras del párroco en la homilía de la Misa de fin de año)
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