El día del Corpus Christi celebramos algo muy especial: que Jesús está verdaderamente presente en la Eucaristía, en el pan consagrado que recibimos en la Misa. No es un pan cualquiera, ¡es Jesús mismo que quiere quedarse con nosotros para siempre! Cuando el sacerdote eleva la Hostia, nos está mostrando el gran amor de Jesús, que se hizo alimento para darnos fuerza, alegría y ayudarnos a amar como Él. Es como si Jesús nos dijera: “Estoy contigo, no tengas miedo, yo soy tu mejor amigo”. Por eso, adoramos la Eucaristía con mucho cariño, porque allí está vivo el Señor.
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