El Evangelio del rico epulón y el pobre Lázaro nos pone un espejo delante: no es una condena por tener bienes, sino por vivir de espaldas al hermano que sufre. Lázaro tiene nombre —Dios lo conoce—; el rico no, porque su vida se definió por lo que poseía, no por a quién amaba. El pecado aquí es de omisión: vio, cada día, y no hizo nada. Jesús nos recuerda que la verdadera riqueza es el corazón misericordioso que se deja tocar por la herida del otro. Donde hay indiferencia, el abismo empieza a abrirse ya en esta vida. Por eso la Iglesia insiste en la caridad concreta, la justicia y el cuidado de los más frágiles: ahí se juega nuestra fidelidad al Evangelio.
La segunda enseñanza es urgente: el tiempo de convertirse es ahora. “Tienen a Moisés y a los profetas”, dice Abraham; hoy tenemos la Palabra, la voz de la Iglesia y, sobre todo, a Cristo resucitado. No necesitamos señales extraordinarias para empezar a cambiar; necesitamos escuchar y poner por obra. ¿Cómo hacerlo? Abriendo los ojos —y la puerta— a los “Lázaros” de nuestro entorno, revisando nuestros hábitos de consumo, compartiendo con generosidad y cultivando una oración que ensanche el corazón. Así, cuando llegue el encuentro definitivo con Dios, no encontraremos un abismo, sino los brazos del Padre, que reconoce en nosotros el rostro de su Hijo, hecho pobre para enriquecernos con su amor.
La segunda enseñanza es urgente: el tiempo de convertirse es ahora. “Tienen a Moisés y a los profetas”, dice Abraham; hoy tenemos la Palabra, la voz de la Iglesia y, sobre todo, a Cristo resucitado. No necesitamos señales extraordinarias para empezar a cambiar; necesitamos escuchar y poner por obra. ¿Cómo hacerlo? Abriendo los ojos —y la puerta— a los “Lázaros” de nuestro entorno, revisando nuestros hábitos de consumo, compartiendo con generosidad y cultivando una oración que ensanche el corazón. Así, cuando llegue el encuentro definitivo con Dios, no encontraremos un abismo, sino los brazos del Padre, que reconoce en nosotros el rostro de su Hijo, hecho pobre para enriquecernos con su amor.
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