La Parroquia de Santiago de Padrón celebró con emoción y devoción la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, una de las fiestas más queridas por los fieles. La jornada comenzó con una Misa solemne, presidida por don Gerardo y concelebrada por el párroco don Roberto, a la que asistió un nutrido grupo de feligreses, así como el alcalde y varios concejales del municipio, en una muestra de unión entre fe y vida pública.
Durante la homilía, don Gerardo ofreció unas palabras tan profundas como actuales. Recordó que el Corazón de Jesús sigue latiendo por nosotros, especialmente en un mundo marcado por la incertidumbre, la violencia, la soledad y la pérdida de sentido. Citando al Papa Francisco, afirmó que vivimos en un tiempo en el que parece que el mundo ha perdido el corazón, y que por eso esta fiesta no es una simple devoción, sino una respuesta urgente a la sed de amor, de verdad y de esperanza que clama desde lo más profundo de la humanidad.
El celebrante insistió en que el Corazón de Cristo no es sólo un símbolo de ternura, sino también un faro de misericordia, de justicia y de compromiso con los más vulnerables, como recuerda la reciente encíclica Dilexit Nos del Santo Padre. Compartió también una anécdota sobre un sacerdote que sobrevivió a un infarto y vivió conectado a una máquina mientras esperaba un nuevo corazón, para explicar cómo también el mundo hoy necesita un nuevo corazón, uno como el de Cristo: vivo, generoso, lleno de amor.
Al concluir la Eucaristía, los fieles salieron en procesión por las calles de la villa, acompañando con recogimiento y fervor la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, que tantos súplicas y oraciones ha recogido a lo largo de los años y que es especialmente venerada en la parroquia. El paso fue acompañado por la banda de gaitas, que puso un toque solemne y alegre a este acto de fe pública, añadiendo, al mismo tiempo, una nota muy nuestra a la expresión de fe popular.
La procesión fue también una oportunidad para testimoniar la fe con sencillez y alegría, pidiendo al Señor que su Sagrado Corazón reine en nuestras familias, en nuestras comunidades y en cada uno de nosotros. Como dijo don Gerardo para finalizar: "Hoy más que nunca necesitamos corazones semejantes al de Cristo, corazones que no se endurezcan ante el sufrimiento ajeno, que no se resignen ante la injusticia, que no se aíslen en la comodidad. Que el fuego de su amor encienda también nuestros corazones.”
Durante la homilía, don Gerardo ofreció unas palabras tan profundas como actuales. Recordó que el Corazón de Jesús sigue latiendo por nosotros, especialmente en un mundo marcado por la incertidumbre, la violencia, la soledad y la pérdida de sentido. Citando al Papa Francisco, afirmó que vivimos en un tiempo en el que parece que el mundo ha perdido el corazón, y que por eso esta fiesta no es una simple devoción, sino una respuesta urgente a la sed de amor, de verdad y de esperanza que clama desde lo más profundo de la humanidad.
El celebrante insistió en que el Corazón de Cristo no es sólo un símbolo de ternura, sino también un faro de misericordia, de justicia y de compromiso con los más vulnerables, como recuerda la reciente encíclica Dilexit Nos del Santo Padre. Compartió también una anécdota sobre un sacerdote que sobrevivió a un infarto y vivió conectado a una máquina mientras esperaba un nuevo corazón, para explicar cómo también el mundo hoy necesita un nuevo corazón, uno como el de Cristo: vivo, generoso, lleno de amor.
Al concluir la Eucaristía, los fieles salieron en procesión por las calles de la villa, acompañando con recogimiento y fervor la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, que tantos súplicas y oraciones ha recogido a lo largo de los años y que es especialmente venerada en la parroquia. El paso fue acompañado por la banda de gaitas, que puso un toque solemne y alegre a este acto de fe pública, añadiendo, al mismo tiempo, una nota muy nuestra a la expresión de fe popular.
La procesión fue también una oportunidad para testimoniar la fe con sencillez y alegría, pidiendo al Señor que su Sagrado Corazón reine en nuestras familias, en nuestras comunidades y en cada uno de nosotros. Como dijo don Gerardo para finalizar: "Hoy más que nunca necesitamos corazones semejantes al de Cristo, corazones que no se endurezcan ante el sufrimiento ajeno, que no se resignen ante la injusticia, que no se aíslen en la comodidad. Que el fuego de su amor encienda también nuestros corazones.”
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