domingo, 14 de julio de 2024

Domingo XV del Tiempo Ordinario, B

Jesús envía a sus discípulos en esta lectura del Evangelio con una misión clara y específica: predicar la conversión y curar a los enfermos, ya que una consecuencia de su vocación es anunciar a los demás lo que han visto y oído. Lo notable de este pasaje es la instrucción de Jesús para que vayan de dos en dos, porque sabe que nuestro entusiasmo inicial tiende a enfriarse. Sabe que igual que le prometemos eterna fidelidad, le negamos cuando las cosas se ponen difíciles.

Ser cristiano implica aceptar el llamado a la misión con responsabilidad y entrega, siguiendo el ejemplo de los primeros discípulos. Es asumir que en nuestra vida deben estar presentes las actitudes y el modo de ser de Jesús, porque Él nos envía a hacer lo mismo que Él hizo. Esa es nuestra máxima responsabilidad. Desde el momento en que fuimos bautizados, somos elegidos por el Señor para ser continuadores de su obra de amor en el mundo. A todos nos envía, pero ¿cuántos estamos dispuestos a serle fieles? ¿Cuántos nos hemos preocupado por descubrir lo que significa estar bautizados? La misión de ser discípulos de Cristo nos desafía a vivir de manera coherente con el Evangelio. Jesús nos envía para ser portadores de esperanza y anunciadores de un futuro que se hace realidad cuando somos capaces de salir de nuestra comodidad y escuchar la voz de Dios que nos llama desde las necesidades de los demás.



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