En el pasaje de hoy del Evangelio según San Lucas, se nos presenta una poderosa manifestación de Jesús resucitado entre sus discípulos, que va más allá de simples palabras de consuelo o revelaciones místicas. Aquí, Jesús interactúa físicamente con ellos, mostrando sus manos y pies y compartiendo una comida, desafiando directamente su incredulidad y miedo. Esta escena refuerza la verdad de su resurrección corpórea, contrarrestando la idea de que solo era un espíritu. Este acto de compartir el alimento no solo satisface una necesidad física, sino que también simboliza la comunión y la continuidad de la vida en comunidad que Jesús siempre promovió. La fe, no se basa únicamente en tradiciones heredadas o en la autoridad de los demás, sino en una experiencia personal y transformadora con el Dios vivo, que nos desafía a vivir de manera coherente con lo que profesamos creer.
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