sábado, 20 de mayo de 2023

Domingo de la Ascensión


Celebramos hoy el domingo de la Ascensión del Señor, en esta celebración podríamos preguntarnos ¿cuáles serían las emociones que vivieron los discípulos al quedarse solos?

Seguro que para ellos fueron momentos de tristeza, un poco de angustia y bastante incertidumbre. Tristeza porque se les iba un amigo, eran muchas cosas vividas juntos, y aunque ahora ya tenían la certeza de que a pesar de su muerte El estaba vivo, tenían que aceptar no volver a verlo físicamente. Angustia porque había que caminar quizá sólo con su recuerdo, sin acabar de entenderlo todo, y con muchas promesas de Jesús que no sabían bien en qué se concretarían. Y un poco de incertidumbre, pues ¿cómo será eso de que ahora te vemos, pero ya no te veremos, aunque luego te volveremos a ver?, Jesús, te vas de entre nosotros pero ¿y eso de que nos enviarás tu espíritu, que significa? Todas estas serían preguntas y estados de ánimo que seguro vivieron los discípulos en el momento de la separación de Jesús. Perece que los dejaba solos.

¿Qué hacéis ahí plantados mirando al cielo?, aquellos galileos estaban tan marcados por las palabras de Jesús y por el resplandor de su gloria que no se podían ni mover. Pero, volverán a Jerusalén y desde allí se dispersarán hasta los confines del mundo, para proclamar las maravillas de Dios. La valentía, la creatividad y la hermandad son las nuevas características de los seguidores de Jesús. El riesgo es constante porque tendrán que abrir una brecha en el centro del judaísmo y prolongar su testimonio en medio de otras culturas. Cada situación nueva estimulará su ingenio creativo, porque su convencimiento es pleno y la asistencia del espíritu es generosa. La fidelidad al mensaje les exigió adaptarlo a las nuevas situaciones. Primero transmitían el mensaje de boca en boca, después, de la transmisión oral se pasó a la escrita y aparecen los evangelios y las primeras cartas de Pablo a los grupos que iba creando. La comunidad de creyentes se irá formando, creciendo, constituyéndose en Iglesia de Dios, fundamentada en la fe y en la palabra, pero alentada por la presencia continúa del Espíritu y de ese Jesús al que hoy ven partir.

Lo mismo que entonces, en este tiempo de misión de la Iglesia, la presencia del Señor preside y acompaña a la comunidad de los suyos. Nos acompaña cada vez que nos juntamos a celebrar la fracción del pan los fines de semana. Cada vez que participamos en la Eucaristía. Cada vez que intentamos hacer las cosas mejor pensando en lo que el nos dijo, cada vez que somos capaces de reconocerlo en lo que nos pasa y en las personas con las que vivimos.

Además Jesús cuando se va les dice a sus discípulos dos cosas muy importantes, y que ellos hicieron muy bien: no os alejéis de Jerusalén y tened paciencia. Era el modo de decirles que aún tenían que pasar cosas, tenía que pasar algo más, y que para eso se quedasen en casa, apoyándose los unos a los otros, que no se dispersasen. A nosotros también nos dice lo mismo: aunque te parezca que te has quedado sólo y las cosas te van cada vez peor, aunque casi hayas perdido la esperanza, haz dos cosas, ten paciencia, aférrate a las personas que te quieren: tu casa, tus amigos, también ellos son regalo de Dios, y sobre todo no pierdas la confianza, todavía falta algo que va a suceder, falta el Espíritu, el que nos lo recordará todo y nos dará los ánimos que necesitamos, el Domingo que viene lo notaremos y lo celebraremos.

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