La Iglesia celebra el 1 de noviembre a Todos los Santos y el día 2, conmemora a los fieles difuntos.
Un momento particularmente sentido en comunión “no solo con la Iglesia extendida por toda la tierra, sino también con la Iglesia triunfante del cielo, los santos, y con aquellos cristianos, hermanos nuestros” que ya dejaron este mundo. Es el significado de la Solemnidad de Todos los Santos y de la conmemoración de los fieles difuntos que se celebra, respectivamente, el 1° y 2 de noviembre.
Con respecto a la conmemoración de los difuntos: “rezar por los difuntos es tan antiguo como la misma Iglesia. Incluso anterior” y “ya en el Antiguo Testamento, conforme avanza la preparación para el misterio de Cristo, va aflorando la esperanza en la resurrección. La esperanza cristiana animará siempre a la oración”.
“Nuestra oración, especialmente unida a la eucaristía, servirá para ayudar a que el difunto, purificado de toda mancha de pecado, pueda gozar de la felicidad eterna.”
Existen varias tradiciones españolas para conmemorar a quienes ya no están, pero, la más sencilla y popular, es sin duda, “la visita al cementerio. Ahí rezamos por ellos y adornamos con flores el lugar donde están sepultados”.
De esta manera, “vivimos así, en lo personal, a nivel de sentimiento y devoción, lo que celebramos con toda la Iglesia”.
De ahí la invitación a participar en la misa de los difuntos porque “son dos celebraciones distintas, que nos ayudan a estar en comunión con la Iglesia entera, y es una realidad mucho más grande que los fieles que peregrinamos todavía en este mundo camino de la casa del padre, poseemos”.
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