La misa crismal, presidida por el
obispo y concelebrada con los presbíteros de la diócesis, es la celebración en
la que se consagra el Santo Crisma (de aquí el nombre de misa crismal) y
bendice además los restantes óleos o aceites (para los enfermos y lo que se van
a bautizar).
La palabra crisma proviene de latín
chrisma, que significa unción. El crisma es la materia sacramental con la cual
son ungidos los nuevos bautizados, son signados los que reciben la confirmación
y son ordenados los obispos y sacerdotes, entre otras funciones.
La consagración del crisma y la
bendición de los otros dos aceites ha de ser considerada como una de las
principales manifestaciones de la plenitud sacerdotal del obispo.
Ordinariamente esta misa se
celebra, en la catedral de cada diócesis el Jueves Santo; pero, por razones de
conveniencia pastoral, se puede adelantar a uno de los días de la Semana Santa.
Haberla fijado el Jueves Santo no
se debe al hecho de que ese sea el día de la institución de la eucaristía, sino
sobre todo, a una razón práctica: poder disponer de los santos óleos, sobre
todo del óleo de los catecúmenos y del Santo Crisma, para la celebración de los
sacramentos de la iniciación cristiana durante la Vigilia Pascual.
Así pues el Santo Crisma, es decir,
el óleo perfumado que representa al mismo Espíritu Santo, nos es dado junto con
sus carismas el día de nuestro bautizo y de nuestra confirmación y en la
ordenación de los sacerdotes y obispos.
La materia apta para el sacramento
debe ser aceite de oliva. El crisma se hace con óleo y aromas o materia
olorosa.
Es conveniente recordar que no es
lo mismo el Santo Crisma que el óleo de los catecúmenos y de los enfermos (que
sólo son bendecidos, como se ha dicho más arriba, y pueden hacerlo otros
ministros en algunos casos).
El rito de esta misa, de la misa crismal, incluye la renovación de las promesas sacerdotales. Tras la homilía, el obispo invita a sus sacerdotes a renovar su consagración y dedicación a Cristo y a la Iglesia. Juntos prometen solemnemente unirse más de cerca a Cristo, ser sus fieles ministros, enseñar y ofrecer el santo sacrificio en su nombre y conducir a otros a él.
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