A lo largo de la Historia Dios ha demostrado, con creces, que su amor es eterno. Él es el Siempre Fiel, el Siempre Presente... insiste una y otra vez en amarnos con locura a pesar de nuestros rechazos y cabezonerías. Así lo recordaba el profeta Oseas: "Con cuerdas humanas los conduje, con lazos de amor" (Oseas 11, 4). La confirmación de ese amor radical e incomprensible de Dios: Jesús, que, en el Niño, viene a conducirnos con el último recurso que le queda al Padre.
Dios nos busca...
Dios nos busca. Pero no nuestros 15, 10 o 5 puntos del carné de conducir: Dios busca insistentemente hombres y mujeres capaces de abrir el corazón como Él lo hizo. A la luz de la liturgia y la Palabra de Dios, el Adviento nos permitirá acercarnos a esos hombres y mujeres que, antes que nosotros, hicieron de su vida un auténtico latido del Corazón de Dios y se dejaron hablar por el misterio de la mayor entrega que se haya hecho jamás: la de Dios en su hijo Jesús.
No hay comentarios:
Publicar un comentario