miércoles, 11 de septiembre de 2013

La Virgen María en la contemplación de la Iglesia primitiva (III)

Los Padres ven y presentan a la Virgen María inseparablemente "unida a su divino Hijo con un vínculo estrecho e indisoluble y asociada a su obra salvífica" (LG, 53; SC 103), en la referencia más estrecha con él, como creatura con su Creador, elevada a la dignidad insigne de Madre de Dios, redimida por su Hijo de un modo único y perfecto, y colmada con todas las gracias y carismas que es capaz de recibir una creatura. Virgen sin mancha, que por un privilegio inaudito e irrepetible dio a luz sin perder su integridad. Una madre dio a luz al Rey que tiene un nombre eterno y el gozo de su maternidad va unido con el honor de la virginidad; no ha existido ninguna semejante a ella, ni la habrá después canta la liturgia de Navidad, resumiendo la enseñanza de los Padres.
 
También presentan a María como:
  • la segunda Eva, que, a diferencia de aquélla, nos comunicó el fruto de la vida. "Por una mujer vino la muerte -escribe san Agustín- y por otra, la vida; por Eva, la destrucción, por María la salvación". 
  • tipo y modelo de la Iglesia. Afirma San Ambrosio: "Con razón se dice que (María) estaba desposada y que era virgen, pues era tipo de la Iglesia, que es inmaculada, pero desposada". 
  • Madre amante, llena de misericordia para con nosotros, pecadores. "El pecador que toca esta Arca (María) se torna justo; ...el leproso que la toca, sana. Ella no rechaza a nadie, a ninguno desdeña. Ella distribuye la salvación" (Sermón atribuido a san Metodio de Olimpo). 
  • baluarte inexpugnable contra el enemigo del género humano y sus secuaces. "Alégrate, Virgen María, tú sola has destruido todas las herejías en todo el mundo" Esta antífona expresa la idea central de muchos textos patrísticos de Oriente y Occidente. 
  • Maestra de vida espiritual que, según expresa la Exhortación Marialis Cultus: enseña a los cristianos a "hacer de la propia vida un culto a Dios". Pablo VI evoca a este respecto la preciosa frase de san Ambrosio: "Que el alma de María esté en cada uno para alabar al Señor; que su espíritu esté en cada uno para que se alegre en Dios" (MC 21)
El Papa recuerda también que los Padres pusieron en relieve la acción del Espíritu Santo en la vida de María, y la llamaron "Sagrario del Espíritu Santo", "expresión que subraya el carácter sagrado de la Virgen, convertida en mansión estable del Espíritu de Dios"
     
 
 

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