En el Evangelio de Mateo, que acabamos de escuchar en este domingo ya casi de final del verano, Jesús pregunta a sus discípulos acerca de lo que piensa la gente sobre Él, era una buena manera de conocer el estado de opinión sobre su persona. Las respuestas son variadas, todas ellas con fundamento, pero no dan con la verdadera identidad de Jesús. Tiene que ser Pedro quien se erija en portavoz de todo el grupo, tome la palabra y dé la respuesta que Jesús quería y esperaba: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Era Pedro, un hombre sencillo, tosco, impulsivo, pero que ha sido capaz de descubrir verdaderamente quien era Jesús. Y Jesús planta la firmeza de la Iglesia sobre los hombros de este hombre que curiosamente lo va a negar tres veces, así supo Pedro, que a pesar de su cobardía, iba a ser el mejor timonel que Dios podía encontrar para esa barca que se pondría en marcha al faltar El.
Buen ejemplo, este de Pedro: descubrir a Jesús no quiere decir que no tengamos defectos, posiblemente muchos, como también pecados; al contrario es necesario descubrirlo con nuestras cobardías, nuestras negaciones, y nuestras miradas para atrás cuando nos cuesta ser auténticos y consecuentes con nuestra fe. Aprendamos de él, y lo mismo que él lloró su culpa, nosotros tengamos la valentía de reconocer nuestros fallos, y trabajar sin descanso para intentar vencerlos y superarlos. Cuando esto lo hagamos, por ese Jesús que desea nuestra superación, entonces como Pedro haremos nuestra su misma confesión de fe en El.
Buen ejemplo, este de Pedro: descubrir a Jesús no quiere decir que no tengamos defectos, posiblemente muchos, como también pecados; al contrario es necesario descubrirlo con nuestras cobardías, nuestras negaciones, y nuestras miradas para atrás cuando nos cuesta ser auténticos y consecuentes con nuestra fe. Aprendamos de él, y lo mismo que él lloró su culpa, nosotros tengamos la valentía de reconocer nuestros fallos, y trabajar sin descanso para intentar vencerlos y superarlos. Cuando esto lo hagamos, por ese Jesús que desea nuestra superación, entonces como Pedro haremos nuestra su misma confesión de fe en El.
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