martes, 25 de julio de 2023

Hoy celebramos a Santiago Apóstol

Santiago, hijo de Zebedeo, hermano del apóstol san Juan, fue el primero de los apóstoles en beber el cáliz del Señor, cuando participó en su Pasión, al ser decapitado por orden del rey Herodes. De esa manera anunció el reino que viene por la muerte y resurrección de Cristo.

El nombre Santiago, proviene de dos palabras latinas Sant Iacob. Porque su nombre en hebreo era Jacob. Los españoles en sus batallas gritaban: «Sant Iacob, ayúdanos». Y de tanto repetir estas dos palabras, las unieron formando una sola: Santiago.

Santiago es uno de los doce Apóstoles de Jesús; se le llama el Mayor, para distinguirlo del otro apóstol, Santiago el Menor, que era más joven que él. Con sus padres —Zebedeo y Salomé— vivía en la ciudad de Betsaida, junto al Mar de Galilea. Él y su hermano Juan, eran pescadores. Y fueron llamados por Jesús mientras estaban arreglando sus redes de pescar, con Zebedeo, su padre, en la orilla del lago de Genesaret. Inmediatamente dejaron la barca y a Zebedeo, su padre, y lo siguieron.

Recibieron de Cristo el nombre «Boanerges«, significando “Hijos del trueno”, por su impetuosidad y ardoroso celo. En una ocasión, Jesús no fue bien recibido por los samaritanos y los dos hermanos le preguntaron a Jesús si quería que hicieran bajar fuego del cielo para consumirlos. Su madre, que no se quedaba atrás, acompañada por sus hijos, pidió a Jesús que sus dos hijos se sentasen en su trono, uno a la derecha y otro a la izquierda, a lo que el Señor les respondió: “No saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz que yo he de beber y recibir el bautismo que yo voy a recibir?” A lo que respondieron ardorosamente: “¡Podemos!”

Durante la vida pública de Jesucristo, Santiago fue uno de los predilectos: Estuvo presente, junto con su hermano Juan y con Pedro, en la curación milagrosa de la suegra de Pedro y en la resurrección de la hija de Jairo. Con ellos, fue testigo ocular de la Transfiguración de Jesús. Y también lo acompañó de cerca durante su agonía en el huerto de Getsemaní.

Santiago cumplió su misión en Galicia, a la que los romanos llamaron «Finis Terrae» (Fin de la Tierra) —por ser el extremo más occidental del mundo hasta entonces conocido—, cumpliendo el mandato del Señor de predicar el Evangelio hasta los confines de la tierra.

Tiempo después, cuando regresó a Palestina, para reunirse con los otros apóstoles y ver cómo le iba a cada uno, fue torturado y decapitado por el rey Herodes Agripa I.

Sus discípulos Teodoro y Atanasio, en secreto, durante la noche trasladaron su cuerpo hasta el puerto de Jaffa y colocaron su cuerpo en un barco que se dirigía a Iria Flavia. Llegados a Iria y al no poderlo enterrar en aquellas tierras se dirigieron al monte Libredom, donde sí lo pudieron hacer.

Tiempo después de ser depositado su cuerpo en aquel monte, y una vez muertos sus discípulos se olvidó la existencia del mismo, por más de 800 años. Bajo el reinado de Alfonso II (789-842), el obispo Teodomiro vio unas estrellas en el cielo que parecían señalarle un lugar. Avisado el rey Alfonso, ambos se dirigieron al lugar, donde encontraron los restos del Apóstol, identificados por la inscripción en la lápida. El Rey Alfonso II proclamó al apóstol Santiago patrono del reino, edificando allí un santuario que más tarde llegaría a ser la Catedral Compostelana. 
 

 

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