Este martes, día 2 de febrero, celebramos la fiesta de la Presentación del Señor en el Templo o fiesta de la Candelaria.
Las familias ofrecían a sus primogénitos al servicio de Dios. Podemos hablar de que este gesto era una auténtica consagración de toda la familia a Dios por medio de la entrega de lo más valioso que tenían, su hijo. Con la procesión de las candelas la Iglesia desde el siglo V intenta imitar el gesto de la Virgen entregando a Jesús.
Cristo es la luz del mundo y fue María quien llevó esa luz entre sus manos. Ahora los fieles llevamos en nuestras manos una vela mientras hacemos una procesión en este día. La cera significaría la humanidad de Cristo, y la llama su divinidad.
Si decimos que en este día Cristo hace visible su consagración al Padre, esta fiesta es también propicia para rezar por las vocaciones a la vida consagrada. Todos aquellos hombres y mujeres que se dan en cuerpo y alma a Dios para servirle guiados por su Espíritu Santo.
También hay quien en este día pone el acento en que María se pone en la fila de los pecadores, obediente a la Ley y movida por el Espíritu Santo, para ofrecer un sacrificio a Dios en agradecimiento a una pureza que ella tuvo desde su concepción. María y José se hacen en este día modelo de docilidad al Espíritu Santo para nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario