miércoles, 28 de octubre de 2015

Oración para el día de Todos los Santos

ES POSIBLE, SEÑOR
 Ser hombres y mujeres de este tiempo y, además, 
mirar hacia el cielo
sabiendo que otra ciudad nos aguarda 
Pensar en esa otra realidad de la que,
aun sabiendo poco, 
podemos adelantarla aquí y ahora
en esta tierra que nos rodea. 
¡Sí! ¡ES POSIBLE, SEÑOR! 
Sembrar el camino que recorremos
con el arado de la fe 
y, desde la verdad en Tí,
derramar ilusión donde existe apatía 
o esperanza donde por insistencia asoma el pesimismo. 
Que la santidad, entre otras cosas, es cambiar el mundo de color 
y ofrecer la posibilidad que, tú como Dios, le ofreces. 
¡SÍ! ¡ES POSIBLE, SEÑOR! 
Aspirar a lo alto sin olvidarse de la pequeñez de cada día 
y, vivir lo cotidiano, sin necesidad de pasar por alto lo divino 
Que la santidad, además, es ser consciente de que Tú nos acompañas 
y que, cuando nos dejamos por Ti llevar 
somos capaces de iniciar y finalizar grandes obras 
SÍ! ¡ES POSIBLE, SEÑOR! 
Tallar en el recio mármol de un mundo hedonista y caprichoso 
figuras que, desde su fe, humanidad, oración o humildad 
nos recuerden que es posible ser diferente sin ser necio, 
ser grande siendo pequeño, ser fuerte aún aparentando ser débil 
ser de la tierra sin eclipsar lo que nos espera en lo eterno 
¡SI! ¡ES POSIBLE, SEÑOR! 
Dar a todo ello un nombre y, ese nombre, es el “ser santo” 
Un santo que tiene como buena madera el evangelio 
Como oro, la caridad y como dicha el hacer felices a los demás 
Como grandeza su pobreza y como orgullo su servicio 
¡SÍ! ¡ES POSIBLE, SEÑOR! 
Ser santo aún a riesgo de aparentar no ser nada 
y de no ser nada por pretender quererlo ser todo 
De ser débil por empeñarnos en ser invencibles 
y de ser invencibles por presentarnos cómo débiles y humildes 
¡SÍ! ¡ES POSIBLE, SEÑOR! 
Con tu mano, y de tu mano,
alcanzar con nuestros dedos 
la bóveda de tantos hermanos nuestros que, por ser diferentes, 
hoy gozan de tu abrazo
y de tu reconocimiento. 
Ellos, los Santos de todos los tiempos, 
nos invitan y nos recuerdan,
nos estimulan y nos inyectan 
un “es posible” ante lo que
en el mundo parece una utopía: 
¡SER DE DIOS Y COMO DIOS MANDA! 
¡ESO ES SER SANTO!
(Javier Leoz)

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