Es momento de estar en silencio, como María, esperando el anuncio, escuchando y aceptando las palabras del Ángel –el mensajero de Dios–, que trae la mejor noticia que jamás el hombre pudo imaginar. Es momento de aceptar la Noche Buena con oídos y corazón atento a lo que Jesús nos quiere manifestar en estos días.
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