El pasado viernes 12 de abril, celebrábamos en la parroquia de Padrón, el Viernes de Dolores: Eucaristía primero para terminar con la procesión, acompañando a nuestra Madre la Virgen de los Dolores.
A continuación, os dejamos algunas de las palabras de la homilía de ese día:
"La Tradición cristiana ha sabido entender la actitud de María, y en ella reconoce a quien nos enseña a vivir la vida como se desgrana un Rosario. Al ajustar las cuentas de un Rosario, debemos comprender que cuando desgranamos Misterios estamos verdaderamente desgranando la vida. No tiene ningún sentido que recemos el Rosario, si antes no rezamos nuestra vida. Toda vida, la de cada hombre, con su nombre, con su edad, con sus circunstancias propias... está siempre rodeada de situaciones que nos llenan de luz, o tal vez que nos revisten de gloria, o acaso que nos transmiten un gozo sereno e incluso, situaciones que nos pueden abrumar de dolor.
(...) En todo momento, María fue alguien que se fió de Dios, que supo que lo imposible para ella, para Dios era posible.
(...) La última palabra que María escuchará no será la palabra de su Hijo en la agonía, de su Hijo moribundo en la cruz, sino que será una palabra con sabor a rocío mañanero que Dios cantará para siempre en la resurrección de Jesucristo.
María nos enseña a escuchar la hondura de Dios, sea donde sea y sea lo que sea aquello que Dios nos quiere decir, sabiendo que cuanto Dios nos dice siempre, será para nosotros una bendición.
Al terminar esta Eucaristía, participaremos en la Procesión con la Virgen de los Dolores. Hemos de saberla continuar de un modo nuevo, en la procesión de la vida, eso que a diario recorremos vestidos con nuestros habituales atavíos, acompañados de las personas que nos rodean, sea por motivos familiares, laborales o de amistad. También ahí, en la procesión de la vida, nos encontramos con Vías Dolorosas y con Vías Dichosas.
La mejor señal de que los cristianos entendemos el significado de nuestras procesiones de Semana Santa, es si logramos caminar el resto del año al paso de Jesús, convirtiéndonos en Cirineos disponibles a ayudar a llevar el peso, a tantos hermanos nuestros, como el Señor va colocando a nuestro lado.
La liturgia va por dentro, sin duda, y la liturgia santa que estos días se avecina, nos permite ahondar en el precio de sus palabras salvadoras, con una gracia que sigue siendo actual. Pero la procesión está también en la plazuela y a esto nos ayudan las Cofradías de nuestra Semana Santa Padronesa (...) que sepamos aprovechar estas ayudas por fuera, pero igualmente por dentro".
A continuación, os dejamos algunas de las palabras de la homilía de ese día:
"La Tradición cristiana ha sabido entender la actitud de María, y en ella reconoce a quien nos enseña a vivir la vida como se desgrana un Rosario. Al ajustar las cuentas de un Rosario, debemos comprender que cuando desgranamos Misterios estamos verdaderamente desgranando la vida. No tiene ningún sentido que recemos el Rosario, si antes no rezamos nuestra vida. Toda vida, la de cada hombre, con su nombre, con su edad, con sus circunstancias propias... está siempre rodeada de situaciones que nos llenan de luz, o tal vez que nos revisten de gloria, o acaso que nos transmiten un gozo sereno e incluso, situaciones que nos pueden abrumar de dolor.
(...) En todo momento, María fue alguien que se fió de Dios, que supo que lo imposible para ella, para Dios era posible.
(...) La última palabra que María escuchará no será la palabra de su Hijo en la agonía, de su Hijo moribundo en la cruz, sino que será una palabra con sabor a rocío mañanero que Dios cantará para siempre en la resurrección de Jesucristo.
María nos enseña a escuchar la hondura de Dios, sea donde sea y sea lo que sea aquello que Dios nos quiere decir, sabiendo que cuanto Dios nos dice siempre, será para nosotros una bendición.
Al terminar esta Eucaristía, participaremos en la Procesión con la Virgen de los Dolores. Hemos de saberla continuar de un modo nuevo, en la procesión de la vida, eso que a diario recorremos vestidos con nuestros habituales atavíos, acompañados de las personas que nos rodean, sea por motivos familiares, laborales o de amistad. También ahí, en la procesión de la vida, nos encontramos con Vías Dolorosas y con Vías Dichosas.
La mejor señal de que los cristianos entendemos el significado de nuestras procesiones de Semana Santa, es si logramos caminar el resto del año al paso de Jesús, convirtiéndonos en Cirineos disponibles a ayudar a llevar el peso, a tantos hermanos nuestros, como el Señor va colocando a nuestro lado.
La liturgia va por dentro, sin duda, y la liturgia santa que estos días se avecina, nos permite ahondar en el precio de sus palabras salvadoras, con una gracia que sigue siendo actual. Pero la procesión está también en la plazuela y a esto nos ayudan las Cofradías de nuestra Semana Santa Padronesa (...) que sepamos aprovechar estas ayudas por fuera, pero igualmente por dentro".
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