viernes, 25 de enero de 2019

Una Iglesia humilde que se deja herir

El discurso del Papa a los obispos centroamericanos, entrelazado con citas de San Oscar Romero, ofrece claves para entender el Mensaje para la Jornada de las Comunicaciones y el encuentro para la protección de los menores.

"Sentir con la Iglesia" fue el lema episcopal de San Oscar Arnulfo Romero, arzobispo de San Salvador martirizado por los escuadrones de la muerte mientras celebraba en el altar. Este es el hilo rojo del articulado discurso que el Papa Francisco pronunció ante los obispos centroamericanos en la Iglesia de San Francisco de Asís en Ciudad de Panamá, durante su primer día de compromisos públicos de su viaje para la JMJ 2019.

Una vez más el Papa ha trazado una especie de identikit del pastor, ofreciendo claves para leer la situación actual de la Iglesia.

Francisco subrayó ante todo que "sentir con la Iglesia" significa experimentar que hemos recibido un don totalmente gratuito, que "no nos pertenece" y que nos libera de toda pretensión y tentación de " creernos sus propietarios o los únicos intérpretes”.  En una época en la que muchos mensajes se reducen a eslogan, y en la que las acusaciones y los prejuicios corren por la red, recordar -como hace el Papa- que "no hemos inventado la Iglesia, ella no nace con nosotros y seguirá sin nosotros" ayuda a bajar de los pedestales de la autosuficiencia, la hiperactividad, el funcionalismo y las lógicas empresariales y de gestión. Para recordar, con San Ambrosio, que la Iglesia, como la luna, no podrá jamás brillar con su propia luz, sino sólo reflejar la de Cristo.

Para Romero, explicó Francisco, "sentir con la Iglesia" es llevar en lo profundo toda la kènosis de Cristo. La kénosis, es decir, el "vaciamiento" que el Hijo de Dios hizo de sí mismo con la encarnación y la muerte en la cruz. Es importante, dijo el Papa, "no tengamos miedo de acercarnos y tocar las heridas de nuestra gente, que también son nuestras heridas, y esto hacerlo al estilo del Señor. El pastor no puede estar lejos del sufrimiento de su pueblo; es más, podríamos decir que el corazón del pastor se mide por su capacidad de dejarse conmover frente a tantas vidas dolidas y amenazadas". Este era el estilo de Romero, esta es la indicación que Francisco da hoy a los obispos pidiéndoles que den testimonio de una Iglesia humilde y pobre, huyendo del riesgo del orgullo, de la arrogancia, de la autosuficiencia. Es éste, en el fondo, el modo más auténtico de acercarse al próximo encuentro para la protección de los menores en el Vaticano con los presidentes de las Conferencias Episcopales del mundo, que será fuertemente caracterizado precisamente por escuchar a las víctimas que sobrevivieron a los abusos y, por lo tanto, a sus heridas, de las cuales dejarnos a nuestra vez, herir.

Pero el Papa, en su discurso, también quiso subrayar que la kénosis de Cristo "La kénosis de Cristo implica abandonar la virtualidad de la existencia y de los discursos para escuchar el ruido y la cantinela de gente real que nos desafía a crear lazos". Porque las redes "las redes sirven para crear vínculos pero no raíces, son incapaces de darnos pertenencia, de hacernos sentir parte de un mismo pueblo". Una referencia a los mundos virtuales y las burbujas autorreferenciales que a menudo se crean. El antídoto a este riesgo está contenido en la frase de San Pablo "Somos miembros unos de otros", elegida significativamente para el título de Mensaje de Francisco para la 53ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que nos invita a reflexionar sobre la identidad cristiana basada en la comunión para transmitir "De las comunidades en las redes sociales a la comunidad humana".


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