lunes, 8 de octubre de 2018

¿Qué es el Sínodo de los Obispos y para qué sirve?

Método de trabajo y fases

El Sínodo de los Obispos es una institución permanente, creada por el Papa Pablo VI (15 de septiembre de 1965), en respuesta a los deseos de los Padres del Concilio Vaticano II para mantener vivo el espíritu de colegialidad nacido de la experiencia conciliar.

Aunque el Sínodo es una institución de carácter permanente, sus funciones y su concreta colaboración no tienen tal carácter. El Sínodo de los Obispos se reúne y actúa solo cuando el Santo Padre considera necesario y oportuno consultar al episcopado, el cual durante un encuentro sinodal expresa su opinión “sobre argumentos de gran importancia y gravedad” (Pablo VI, Discurso a los Cardenales, 24 de junio de 1967).

La finalidad de cada asamblea sinodal es vivir una experiencia de colegialidad entre el episcopado y el Santo Padre. A través de la aceptación del Santo Padre de las sugerencias o conclusiones de una determinada asamblea, el episcopado ejerce una actividad colegial que se aproxima pero que no coincide con aquella manifestada en un concilio ecuménico. Esto es un resultado directo de varios factores: de una presencia de Padres provenientes del entero episcopado, de la convocación de parte del Santo Padre y de “la unidad del episcopado, el cual, para ser uno, necesita una Cabeza del Colegio” (Juan Pablo II, Pastores gregis, 56), que es primero en el orden episcopal.

Trabajo del Sínodo

El trabajo del Sínodo se lleva a cabo en sesiones a las que asisten todos los Padres sinodales en el Aula del Sínodo, llamadas Congregaciones generales, que dan comienzo con una relación ante disceptationem preparada por el Relator General del Sínodo. En resumen, el Sínodo de los Obispos se divide en tres fases.

Presentación

Durante la primera fase cada miembro presenta a los demás la situación de su Iglesia particular. Este rico intercambio de experiencias de fe y cultura sobre el tema del sínodo contribuye a ofrecer una primera imagen de la situación de la Iglesia que, no obstante, debe ser profundizada y perfeccionada.

Círculos Menores

A la luz de estas presentaciones, el Relator General del Sínodo elabora una serie de preguntas (recogidas en la relación “post disceptationem“) que deberán debatirse durante la segunda fase, cuando todos los miembros del Sínodo se dividen en grupos según las diversas lenguas, llamados Círculos Menores (Circuli Minores).

Los informes de cada grupo se leen en Asamblea Plenaria. En esta ocasión, los Padres sinodales pueden pedir aclaraciones sobre los temas presentados y hacer sus comentarios.

Votación

En una tercera fase, los Círculos se dedican a hacer sugerencias y observaciones en forma precisa y definida de tal manera que en los últimos días la asamblea pueda proceder al voto de proposiciones concretas. El trabajo inicial de los Padres sinodales, reunidos en los círculos, se encamina hacia la formulación de diferentes proposiciones sobre la base de la discusión en el aula del Sínodo y en la Relaciones de los Círculos Menores. En los Círculos Menores, los Padres sinodales pueden votar una proposición con el “Placet” (apruebo) o “non-placet” (no apruebo).

Enmiendas

Las propuestas de los Círculos Menores se envían luego al Relator general y el Secretario especial quienes las reúnen en una lista unificada de proposiciones, que es presentado por el Relator General en sesión plenaria. Entonces los Círculos Menores se encuentran de nuevo para discutir las proposiciones. Y es en este momento, cuando los Padres sinodales pueden presentar sus enmiendas individuales a la atención del círculo, cuyo propósito será unir todos los votos provenientes de cada círculo y los relativos a las enmiendas a las proposiciones.

El Relator General y el Secretario Especial dan su opinión sobre estas enmiendas colectivas y deciden si deben ser incorporadas o no en la lista final de proposiciones y, en caso de rechazo, deben explicar la motivación en un documento llamado: Examen de las enmiendas.

La lista final de las proposiciones se presenta después en sesión plenaria y se somete al voto de cada padre sinodal, que puede decidir a favor o en contra de la proposición.

Al final de una Asamblea General del Sínodo, el Secretario General archiva todo el material en la Secretaría General y elabore el informe final del trabajo para presentarlo al Santo Padre.

(ZENIT – 4 oct. 2018)

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