jueves, 27 de noviembre de 2025

I Domingo de Adviento, A

El evangelio de este primer domingo de Adviento nos recuerda que la venida del Señor no es un cuento del pasado ni una amenaza para meternos miedo, sino una llamada a vivir despiertos hoy. Jesús pone el ejemplo de los días de Noé: todos seguían con su vida normal, trabajando, comiendo, casándose… pero sin contar con Dios. No es que esas cosas fueran malas, el problema es vivir como si Dios no existiera, como si todo se redujera a “ir tirando”. Adviento nos sacude un poco y nos dice: “Despierta, porque tu vida tiene un sentido más grande; el Señor viene a tu encuentro”. No sabemos el día ni la hora, pero sí sabemos que cada día es una oportunidad para abrirle la puerta del corazón.

Por eso Jesús insiste en “velar”: no se trata de estar angustiados, sino atentos, con un corazón en guardia contra la indiferencia y el egoísmo. Así como el dueño de la casa se prepara para que el ladrón no le robe, nosotros estamos llamados a cuidar lo más valioso que tenemos: la fe, el amor... Adviento es un tiempo para revisar nuestro modo de vivir, reconciliarnos, volver a la oración sencilla, a la misa vivida con más conciencia, a los pequeños gestos de caridad. Si dejamos que el Señor entre en nuestra rutina, aunque todo fuera “como siempre”, algo cambia por dentro: Él nos va transformando y nos prepara para su venida definitiva, cuando ya no habrá más lágrimas ni miedo, solo la alegría de estar para siempre con Él.

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