domingo, 18 de abril de 2021

Las insignias episcopales

El pasado sábado 10 de abril, asistíamos a la Ordenación Episcopal de Mons. Francisco Prieto, como obispo auxiliar de Santiago en la Catedral Compostelana. En dicha celebración, vimos cómo al nuevo obispo se le imponían algunas insignias propias del episcopado. 

La MITRA: Significa la “preeminencia en la santidad”. Nos explicamos: San Juan Crisóstomo dice en un texto que el rey Saúl sobresalía entre los demás por su buena estatura. Este texto fue utilizado posteriormente como metáfora para decir que el obispo debe sobresalir de entre los demás en la santidad. Así como al vestir la mitra se realza la altura entre la multitud, debe ocurrir lo mismo en la santidad. El ritual de la ordenación es suficientemente explícito cuando dice al nuevo obispo, en el momento en que se le impone la mitra: “Brille en ti el resplandor de la santidad, para que, cuando aparezca el Príncipe de los pastores, merezcas la corona de gloria que no se marchita”. La Iglesia le recuerda al obispo que la auténtica corona no es la de los reyes, que simboliza el poder en este mundo, sino la corona de santidad. Por lo tanto, la mitra es un recuerdo de que la autoridad y la santidad se funden en el ministerio episcopal. De hecho, en Cristo, autoridad y santidad eran una sola cosa. 

El SOLIDEO: Es una prenda episcopal usada únicamente por el Papa, los Cardenales y los Obispos. Su color varía conforme al cargo de quien lo está usando: el del Papa es blanco, el de los Cardenales rojo y el de los Obispos es morado. Lo usan sobre la cabeza en las principales ceremonias como signo del episcopado.

El ANILLO: Es el símbolo de la fidelidad, de la entrega de todo su corazón, de toda su vida a la Iglesia. El obispo es un enamorado de Cristo que debe procurar que la humanidad entera se enamore también del Señor. Para que esto sea posible, el obispo debe seguir el consejo de San Pablo: “Los obispos deben ser modelo para sus cristianos”. 

El BÁCULO: Es el signo exterior de la tarea pastoral del obispo, quien en nombre de Cristo apacienta a la Iglesia de Dios. Llevando en su mano el cayado del pastor, el obispo debe congregar al rebaño que le ha sido encomendado, conduciéndolo con actitud de servicio y distinguiéndose por su espíritu de amor y de preocupación para con todos. 

Por último, tenemos la CRUZ PECTORAL -que no suele ser entregada dentro de la ceremonia de la ordenación episcopal, dado que no es algo privativo de los prelados-, que es aquella que usan los obispos y algunos abades colgada al cuello como signo de su dignidad. 

Los obispos la usan colgada de una cadena. Cuando la cadena es muy larga, cuelgan la cruz con un gancho de la parte superior, con el objeto de que quede en el pecho. 

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